La melancolía en el espejo de la Filosofía. Para una historia de la reflexión sobre el dolor de vivir

Abstract

Hipótesis de trabajo: que la melancolía es una condición de posibilidad de la filosofía misma, que constituye su tonalidad, que la acompaña como un «temple anímico» y que, por tanto, las cuestiones metafísicas sólo pueden nacer, como sostiene Heidegger, de esa afección fundamental. Se trata, pues, de un problema al que la filosofía no puede renunciar. Pasión ambivalente, la melancolía puede conducir al sujeto humano a la desesperación, incluso al suicidio, pero también brinda una oportunidad para profundizar en la reflexión filosófica de la existencia humana. Objetivos: 1. Justificar por qué, pese a su prolija historia, la melancolía no es una cuestión obsoleta sino que sigue despertando un vivo interés, ejerciendo una innegable fascinación. 2. Indagar si nos hallamos ante un nuevo resurgir de la melancolía ya que, como afirma Cerezo, es el estado de ánimo propio de las épocas de profunda crisis de la cultura y la nuestra, parece evidente, atraviesa una de ellas. 3. Estudiar cómo un concepto tan esquivo, nebuloso, ambivalente y contradictorio logra impregnar toda la cultura occidental. Recubierta históricamente bajo diversos ropajes – tedium vitae, accidia, spleen, ennui, etc.-, la melancolía logra infiltrarse en una cultura dominada por el racionalismo. 4. Reconstruir la historia de la melancolía con la esperanza de encontrar en ella algunas claves que nos permitan afrontar los desafíos que plantea el nihilismo. 5. Evaluar la eficacia de la razón para extirpar la melancolía y presentar algunos de los distintos antídotos que históricamente se han propuesto para combatirla, explicando el porqué de ese afán. En este sentido, pretendemos justificar si es o no acertado sostener que de las pasiones tristes nada bueno puede surgir. 6. Criticar la irritante tiranía social del pensamiento positivo que nos impone estar permanentemente alegres, que no tolera la tristeza o la medicaliza con el beneplácito de las grandes corporaciones farmacéuticas. Frente a esa permanente obsesión por la felicidad -más fruto de la irreflexión que del júbilo de existirdefenderemos que la existencia humana es impensable sin la melancolía.