Aniceto de Castro Albarrán: de la rebeldía al alzamiento
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Cobo Romero, FranciscoEditorial
Comares
Fecha
2010-09Referencia bibliográfica
SOLDADOS DE DIOS Y APÓSTOLES DE LA PATRIA. Las derechas españolas en la Europa de entreguerras
Resumen
El relieve y el renombre que rodearon a la figura del canónigo, magistral de
la catedral de Salamanca y rector de la Universidad Pontificia de Comillas,
Aniceto de Castro Albarrán (1896-1981), estuvieron asociados a su infatigable
labor como agitador, propagandista y divulgador. Sobre todo porque su pluma y
su palabra coadyuvaron a la decantación de una interpretación religiosa que, por
estar cargada de componentes reaccionarios, fundamentalistas y dogmáticos,
ayudó a redefinir simbólicamente las motivaciones del asalto militar contra la
República y la naturaleza de la guerra civil subsiguiente. Sus tempranas simpatías
hacia el ámbito del catolicismo integrista y el monarquismo tradicionalista
pronto lo convirtieron en un miembro del alto clero rabiosamente comprometido
con las posiciones conspirativas del alfonsismo o el carlismo. Esto hizo que
casi de inmediato se nos revelara como un conspicuo difusor de las doctrinas
católicas justificativas de la resistencia al régimen de la II República. Además,
su permanente presencia en las campañas de agitación contra las medidas laicas
y antirreligiosas promulgadas durante el primer bienio republicano, y sus
escarceos con los medios publicísticos de pensamiento del monarquismo reaccionario
o el tradicionalismo hispánico, nos desvelan a un Castro Albarrán holgadamente
capacitado para el ejercicio de la diatriba y la mordaz deslegitimación
la República, logrado mediante un minucioso empleo del dogmatismo escolástico,
el iusnaturalismo o el neo-tomismo. Pero, por encima de todo, resultan significativas
sus excelentes y refinadas cualidades oratorias, su aquilatada elocuencia
y sus dotes literarias. Todos estos atributos erigieron a nuestro personaje, en
los convulsos y atormentados años de la República, en uno de los más avezados
publicistas y divulgadores de una muy arraigada interpretación sobre la ilegitimidad
del gobierno republicano que llegó a disfrutar de una favorabilísima acogida
en los ambientes más conservadores del catolicismo monárquico y la jerarquía eclesiástica. Pero fue en el transcurso de la guerra civil cuando las abundantes
contribuciones de Aniceto de Castro a la enunciación y propagación del
carácter religioso y anticomunista con que fue revestida la contienda alcanzaron
un rotundo refrendo. La impronta intelectual y la labor literaria y propagandística
de Castro Albarrán no nacieron huérfanas, en medio de un incomprensible
vacío de erudición, o desgajadas de las más rancias tradiciones doctrinales
del catolicismo antiliberal decimonónico. Sus escasamente originales elucubraciones
teóricas se hallaban hondamente enraizadas en la práctica doctrinal
del catolicismo más reaccionario, aquel mismo que rechazaba el liberalismo, la
civilización moderna, la democracia y el socialismo. Sobre este sólido sustrato,
los planteamientos difundidos por Castro Albarrán se nutrieron de las aportaciones
dogmáticas y las directrices orientativas, que se gestaron durante el papado
de Pío XI, y que fueron propagadas por todo el catolicismo europeo para
contrarrestar el avance del ateísmo, la secularización o el comunismo.