El desafío del cinismo antiguo en la polis (s. IV-III A.C.): una vida de esfuerzo y de reacuñación de los valores
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Cinismo Antiguo Socratismo Ética Individualismo Naturaleza Sencillez Autosuficiencia Reacuñación de los valores Ascesis Aprendizaje Voluntad Impasibilidad Libertad Felicidad Diógenes de Sinope Crates de Tebas Metrocles Hiparquia de Maronea Menipo Bion de Borístenes
Fecha
2016Referencia bibliográfica
Fuentes González, Pedro Pablo. El desafío del cinismo antiguo en la polis (s. IV-III A.C.): una vida de esfuerzo y de reacuñación de los valores, Éndoxa 38 (2016), 97-129 [http://hdl.handle.net/10481/51091]
Resumen
Hombres y mujeres de un tiempo de crisis, los primeros cínicos representaron un verdadero desafío para sus contemporáneos. Radicalmente opuestos a los modos de vida y de pensamiento imperantes, lejos de apartarse en un retiro indiferente, se mantuvieron conscientemente en el interior de la sociedad de su tiempo. Lo hicieron ante todo como el mejor modo de realizar el cinismo por ellos descubierto, a través del desaprendizaje y desembarazo de todo aquello que está en el origen de la esclavitud y desdicha reales del individuo, y como el mejor modo de confirmar las claves de la verdadera libertad y felicidad. En ese contexto hostil es donde, como atletas y soldados de la filosofía, se entrenaron y combatieron cotidiana y públicamente, con el objetivo de convertirse en seres autosuficientes, libres y felices. Antístenes, Diógenes, Crates, Metrocles y su hermana Hiparquia (esposa de Crates) representaron por excelencia ese lado más decididamente heroico y desafiante del cinismo antiguo. Poco después otros, como Menipo o Bion, prosiguieron este desafío en el mundo helenístico, aunque quizá en su caso se tradujo más en críticas y sátiras literarias que en un compromiso real de vida. Sin embargo, será sobre todo en época imperial cuando proliferará la figura del falso cínico vulgar, que ocultaba los vicios del parásito bajo la apariencia y la indumentaria del filósofo. In an era of general crisis of the traditional city state, the first Cynics, both men and women, offered a challenge to their fellow countrymen. While despising in a radical way all the ways of life and currents of thought of their time, they refused to remain indifferent outside the city and chose to deliver their message through an active presence within the community. Tis involvement was for them the best and only way of getting rid of, and “unlearning” all the practices and values that could enslave someone and make him unhappy, and also of trying new paths to unconditional access to real freedom and happiness. To face the hostility of society and the hardness of life, they —as athletes and soldiers of philosophy— trained themselves and fought daily in public to become autarchic, free and happy. Antisthenes, Diogenes, Crates, Metrocles and his sister Hipparchia —also the wife of Crates— were the best representatives of this heroic and provocative cynicism of the first generations. Later on, in the Hellenistic period, the challenge was handed down to figures like Menippus and Bion, but their approach was of a more literary and satirical nature and did not necessarily imply a thorough commitment in real life. Finally, in the Imperial era Cynics of a far less authentic kind appeared, who wore the philosopher’s garment only to dissimulate the wickedness of the parasite.