Educar en la competencia para el mundo laboral 2030. Variables mediadoras y potenciadoras
Metadatos
Mostrar el registro completo del ítemEditorial
Universidad de Granada
Director
Haro Domínguez, María CarmenDepartamento
Universidad de Granada. Programa de Doctorado en Ciencias Económicas y EmpresarialesFecha
2024Fecha lectura
2024-06-04Referencia bibliográfica
López Cárdenas, Ester María. Educar en la competencia para el mundo laboral 2030. Variables mediadoras y potenciadoras. Granada: Universidad de Granada, 2024. [https://hdl.handle.net/10481/96826]
Patrocinador
Tesis Univ. Granada.Resumen
El objetivo fundamental de esta tesis ha estado dirigido a investigar qué variables
favorecen la incorporación al mercado laboral previsto para 2030. Europa insta a
las instituciones de Educación Superior a investigar y proponer iniciativas que
favorezcan la rápida inclusión laboral de los egresados. Equipar a los estudiantes
con conocimientos y habilidades transversales será un hecho en 2030.
En este sentido, comenzamos analizando el contexto donde emergen las
competencias clave, su evolución desde diferentes perspectivas y terminamos
indicando qué competencias clave son necesarias para enfrentar los desafíos del
mercado laboral del futuro 2030. Fundamentado en las políticas de la Unión
Europea y apoyado por múltiples estudios globales, el primer capítulo resalta la
necesidad de preparar a las futuras generaciones para un entorno laboral en
constante cambio, impulsado por avances tecnológicos como la inteligencia
artificial y la automatización. Desde la perspectiva del aprendizaje permanente,
un mundo donde la tecnología y las prácticas laborales evolucionan
rápidamente, la capacidad de aprender y adaptarse continuamente es crucial no
solo para los individuos, sino también para organizaciones y sociedades que
buscan prosperar en la economía global. La capacidad de los futuros egresados
para adaptarse a nuevas tecnologías, metodologías de trabajo y entornos
dinámicos puede mejorar cuando las instituciones educativas orientan sus
objetivos a lo que el contexto laboral está demandando. Con la inteligencia
artificial y otras tecnologías emergentes remodelando la mayoría de los sectores,
los futuros trabajadores deben estar equipados con habilidades tecnológicas
avanzadas, así como con una comprensión profunda de cómo sus competencias
pueden facilitarles la integración y efectividad en sus roles profesionales. En el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030, la
educación de calidad (ODS 4), el trabajo decente y el crecimiento económico (ODS 8), y la reducción de desigualdades (ODS 10) son algunos de los objetivos
que mejor se alinean con el desarrollo y la implementación de competencias
clave que proponemos a lo largo de esta tesis.
Una vez argumentadas y definidas las competencias clave, presentamos una
serie de estudios que relacionan variables individuales con su consecución. El
primero de ellos, aborda la relación entre el trabajo colaborativo y el
pensamiento creativo, enfatizando en cómo estas competencias clave pueden
modelarse desde una perspectiva inclusiva para facilitar la integración de
personas con diferentes estilos de pensamiento. Tanto el pensamiento creativo
como el trabajo colaborativo son competencias relevantes en las previsiones
laborales. En concreto, hemos considerado el pensamiento creativo como la
capacidad de desarrollar ideas novedosas y útiles para resolver problemas
globales. Está orientado al emprendimiento y la innovación, ya que no tiene
sentido generar soluciones innovadoras a problemas complejos si esas
soluciones no se ponen en práctica. Esta perspectiva está alineada con el
manifiesto presentado por expertos en diversas líneas de investigación sobre la
creatividad (Glaveanu et al., 2020) y con la propuesta europea del aprendizaje
permanente (Sala et al., 2020). Por otro lado, si el pensamiento creativo se
convertirá en una necesidad para la dignidad y la supervivencia de la especie
humana, el trabajo colaborativo será imprescindible para llevarlo a cabo. Los
resultados del estudio que hemos llevado a cabo con estudiantes universitarios
demuestran el importante efecto de su relación en personas con diferentes
estilos de pensamiento (Sternberg, 1997). Este aspecto, añade valor al estudio en referencia a cómo identificar variables que favorezcan la inclusión de las
diferencias en el contexto educativo y laboral. Aunque la literatura sugiere
promover estilos que se ajusten a un perfil creativo, nuestros hallazgos muestran
que ciertos factores del trabajo colaborativo como la proactividad, el respeto o el liderazgo compartido son esenciales para la colaboración creativa, actuando
como mediadores para su inclusión.
Por otro lado, hemos profundizado cómo la disposición hacia el pensamiento
crítico, una de las competencias clave seleccionadas en este trabajo, influye en
la orientación emprendedora individual de estilos intelectuales creativos. Este
modelo es novedoso en varios sentidos. Por un lado, la disposición al
pensamiento crítico no sólo asegura que las personas estén preparadas para
enfrentar los desafíos laborales futuros, sino que además demuestra tener un
impacto significativo en la orientación emprendedora de estudiantes
universitarios. Tal y como indican las previsiones laborales en 2030, los individuos
van a necesitar estar orientados a emprender tanto en iniciativas individuales
como cuando sean empleados. Según nuestros resultados, fortalecer el
pensamiento crítico favorecería esta disposición. Por otro lado, hemos
demostrado en este segundo estudio que no todos los individuos considerados
en la literatura como impulsores de creatividad muestran preferencias por llevar
sus ideas a cabo de forma autónoma, proactiva e innovadora. Mientras que
ciertas preferencias individuales (estilos legislativos y liberales) facilitan a las
personas identificar oportunidades, asumir riesgos responsables o ser proactivos
para llevar adelante iniciativas innovadoras, otros tipos de preferencias sólo lo
consiguen a través del pensamiento crítico. Esto demuestra que educar en la
competencia tiene sentido para aquellas instituciones educativas alineadas con
favorecer a sus alumnos la consecución de un trabajo decente que propicie el crecimiento económico (ODS 8).
Por último, hemos demostrado cómo las cuatro competencias clave más
demandadas en contextos laborales reales, muestran una relación significativa
con la digitalización de calidad. Definimos este concepto como la disposición
individual para utilizar herramientas y recursos digitales tanto para acceder a una
información de calidad como para mejorar el aprendizaje a través de una activa y colaborativa participación con base en contenido digital. Esta distinción es
importante de manera globalizada ya que en la revolución tecnológica que
estamos viviendo, tan importante es utilizar y comprender las tecnologías
digitales de forma responsable y eficaz, como resolver problemas de forma
innovadora a través de la tecnología. Este nivel de competencia digital es el que
se demandará en el contexto laboral 2030 y al que Europa insta a las instituciones
educativas para que los estudiantes no sólo sean consumidores de contenido
digital sino también creadores y pensadores críticos en contextos digitales. En el
capítulo cuatro de esta tesis hemos demostrado que las competencias clave
tienen un impacto significativo en la digitalización de calidad. Esto pone en valor
que la comunicación, el trabajo colaborativo, el pensamiento crítico y creativo
potencian nuevas habilidades imprescindibles. Es decir, más allá de los
conocimientos de una carrera concreta, los estudiantes van a tener que gestionar
su capacidad para comunicarse con claridad, para desenvolverse en contextos
colaborativos, aportando soluciones creativas y confiables para lograr trabajar
conjuntamente en los entornos digitales. Por otro lado, según muestran los
resultados de nuestro estudio, hay variables individuales que predicen la
orientación al uso de las competencias clave. Los estilos intelectuales Tipo I nos
mostraron cómo las preferencias en el uso de las competencias es una variable a
tener en cuenta y tiene un potencial innovador como para incluirlo en el contexto
educativo. En ese sentido, finalizamos nuestro trabajo con la propuesta de un perfil de
competencias y estilos de pensamiento que podría incluirse en el sistema de
micro-credenciales propuesto por la unión europea y que probablemente se
termine instaurando en 2030. Creemos que con ello damos respuesta a cómo
equipar a los estudiantes con herramientas para afrontar su futuro laboral.