Neurociencia y conducta humana: la evolución de una especialidad
Identificadores
URI: https://hdl.handle.net/10481/94680Metadata
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Aula Magna, McGraw-Hill
Date
2022-10Abstract
El estudio de las bases biológicas de la conducta y de los procesos mentales subyacentes es una de las áreas científicas más apasionantes que existen, ya que trata de desentrañar lo que somos a partir del estudio del cerebro. Se trata de un órgano extremadamente plástico y complejo, que construye nuestra percepción del mundo exterior, genera nuestras experiencias internas y dirige nuestras acciones. Aunque ha sido abordado desde los albores de la civilización por filósofos, médicos, científicos y humanistas, es a partir de los planteamientos de Darwin sobre el hecho de compartir con otras especies no solo órganos y rasgos morfológicos, sino también procesos cognitivos, cuando se plantea la necesidad de estudiar científicamente los mecanismos biológicos comunes con otras especies, aunque estos sean más simples y rudimentarios.
La neurociencia del comportamiento ha recibido diferentes denominaciones a lo largo del tiempo, como psicología fisiológica o biopsicología y ha experimentado un gran crecimiento, de la mano de los avances en numerosas disciplinas científicas (neuroanatomía, neurofisiología, neurofarmacología, genética, biología molecular, inteligencia artificial…), y del desarrollo tecnológico (electrofisiología, neuroimágenes…), siempre que se ha utilizado el registro la conducta como variable dependiente. También ha cobrado enorme importancia el desarrollo de modelos animales para reproducir determinados aspectos del comportamiento humano normal o patológico.
Llegados al momento actual, vivimos un periodo de gran expansión, pero también de inflexión de la disciplina, cuya inclusión se ha revelado esencial en los estudios de psicología, pero que también podría llevar a la convergencia con otras áreas científicas como la psiquiatría y la neurología. Cabe plantearse si su objeto de estudio puede llegar a diluirse en contacto con otras disciplinas, o si, por el contrario, crecerá y se revelará esencial para la comprensión de la mente y el comportamiento humano. The study of the biological basis of behaviour and the mental processes that underlie it is one of the most exciting areas of science, as it seeks to unravel who we are through the study of the brain. It is an extremely plastic and complex organ that constructs our perception of the outside world, generates our internal experiences and directs our actions. Although it has been studied by philosophers, physicians, scientists and humanists since the dawn of civilisation, it was Darwin's ideas that we share not only organs and morphological features with other species, but also cognitive processes, that led to the need to scientifically study the biological mechanisms common to other species, even if they are simpler and more rudimentary. Behavioural neuroscience, which over the years has been called variously physiological psychology and biopsychology, has grown enormously with advances in many scientific disciplines (neuroanatomy, neurophysiology, neuropharmacology, genetics, molecular biology, artificial intelligence, etc.) and technological developments (electrophysiology, neuroimaging, etc.), whenever behavioural recordings have been used as a dependent variable. The development of animal models to reproduce certain aspects of normal or pathological human behaviour has also gained enormous importance. We are currently experiencing a period of great expansion, but also a turning point in the discipline, whose inclusion has proved essential to psychological studies, but which could also lead to convergence with other scientific fields such as psychiatry and neurology. It is worth asking whether its object of study will be diluted in contact with other disciplines or whether, on the contrary, it will grow and become essential for understanding the mind and human behaviour.