El voto estratégico en las elecciones autonómicas
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CIS.- Centro de Investigaciones Sociológicas
Materia
Elecciones autonómicas Comportamiento electoral Voto útil
Date
2020Referencia bibliográfica
Cazorla, A. & Pereira, M. (2020). El voto estratégico en las elecciones autonómicas. En Sistemas electorales en España: caracterización, efectos, rendimientos y propuestas de reforma (pp. 263-281). Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS).
Abstract
La relación entre sistemas electorales y representación política ha sido profusamente estudiada a lo largo de los últimos años en la disciplina de la Ciencia Política. Ya desde el inicio de los planteamientos de Duverger (1950)1, relativos a la importancia de la estructura y configuración de los espacios electorales como elemento definitorio del sistema de partidos, nos hemos enfrentado a numerosos acercamientos con el objeto de indagar en los efectos que los mismos presentan en contextos multipartidistas. Ya sea en los sistemas mayoritarios, sobre los que focaliza la lógica de Duverger, como posteriormente se ha comprobado empíricamente, en cualquier otro tipo de sistema de votación en el cual se contemple el distrito electoral, la relación entre elector y candidato se encuentra mediatizada por componentes mecánicos y psicológicos que pueden alterar sus preferencias iniciales y activar un comportamiento diferencial. De este modo, podemos encontrar que la interacción entre las características de cada sistema electoral, su contexto y la relación entre las arenas electorales puede devenir en lo que ha venido en denominarse “strategicvoting” o voto útil.
En el caso de España, la existencia de distintos niveles electorales, el nacional y los subsistemas electorales autonómicos, nos permite la oportunidad de testar los efectos mecánicos del sistema, concretamente del tamaño o magnitud del distrito, así como de la configuración de las arenas electorales, también como consecuencia de las
1Las tesis de Duverger se centraban en la preeminencia de los efectos del voto estratégico en sistemas exclusivamente mayoritarios, por tanto, más proclives a una situación de equilibrio que propiciara la competición exclusiva entre las dos fuerzas políticas mayoritarias.
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características y reglas de juego del sistema y subsistemas electorales nacional y autonómicos.
Partiendo de la premisa de que ningún sistema electoral es inocuo en sus efectos, esto es, conlleva una serie de consecuencias sobre el elector (Nohlen y Schultze, 1985) podemos distinguir entre efectos mecánicos y psicológicos (Álvarez y Nagler, 2000; Cox, 1997; Blais y Carty, 1991). En el primer caso, el de los denominados efectos mecánicos, podemos afirmar que el sistema electoral español y, por ende, los subsistemas electorales autonómicos, contemplan como principal incidencia la sobrerrepresentación de los partidos más votados, generalmente la primera y segunda formación (Montero y Riera, 2008). De igual modo, la existencia de una barrera electoral, así como el tamaño y asignación de escaños en cada uno de los distritos electorales conllevan la configuración de unas consecuencias que alterarán necesariamente las reglas de proporcionalidad de un sistema y subsistemas como el de nuestro país, derivando en la primacía de un sistema de partidos que se podría denominar, al menos hasta el momento, como de bipartidismo imperfecto (Llera, 1998). En este contexto, la relación de fuerzas entre las dos primeras formaciones y el resto será determinante, a la vez que las diferencias entre los partidos políticos de este segundo bloque, generando espacios de lucha interpartidista que posibiliten o eliminen cualquier posibilidad de voto estratégico.
Ahora bien, una vez el elector conoce cuales son las consecuencias del sistema electoral, entran en juego otra serie de elementos, denominados efectos psicológicos, ajenos al propio sistema y relacionados exclusivamente con la construcción cognitiva que tanto las élites políticas como los electores realizan de las posibles consecuencias últimas de los efectos mecánicos del sistema electoral. De este modo, el elector podrá anticiparse a los efectos previstos y actuar estratégicamente, adaptando su decisión a los efectos del sistema (Moreno y Oñate, 2004), especialmente, en el caso de los votantes a pequeñas formaciones (las más perjudicadas por las reglas y la aritmética electoral en los sistemas autonómicos y nacionales).
A modo de máxima, podemos afirmar que el voto estratégico en una elección con mayoría relativa significa votar por un candidato que uno cree que es más fuerte, aunque no esté dentro de las primeras preferencias, y no por el candidato situado entre las primeras preferencias pero que considera más débil (Cox, 2004; Sánchez-Cuenca,
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2000). De este modo, debemoscontemplar el voto estratégico como aquel que se realiza a una fuerza que no es la primera opción del elector, por tanto la más cercana, encaminado bien a evitar la pérdida del voto en un sistema electoral en el cual esta formación o candidato no tuvieran ninguna opción (por tanto, se tiraría a la papelera) o bien en el caso de que este voto se encamine a segundas o terceras opciones con el objetivo de debilitar las posibilidades de una primera fuerza ganadora. Tal y como afirman Blaiset al. (2001), una condición necesaria para que el voto se entienda como estratégico es que el mismo se vea afectado por las expectativas en el resultado de la elección, ya que sólo así el votante podrá prever las consecuencias de su nuevo comportamiento.
De igual manera, la existencia de espacios electorales multinivel nos enfrenta con otro elemento mecánico, a la par que contextual, que puede incidir en la articulación de cierto voto estratégico; nos referimos a la importancia otorgada por el elector a cada uno de los procesos electorales, ya sean nacionales, autonómicos o municipales. Si, tal y como afirman Reif y Schmitt (1980), las elecciones de segundo orden poseen una menor relevancia para el elector, en tanto que percibe que en ellas hay menos en juego, podríamos suponer que estos comicios serán menos proclives a la activación del voto estratégico. Si bien es cierto que el contexto nacional no siempre posee un mismo efecto sobre el autonómico, la experiencia en España evidencia que, tal y como afirmaban con carácter genérico los citados autores; en las elecciones de segundo orden la participación ha sido siempre menor, propiciando resultados diferenciales que han afectado al incremento en el número de partidos, a la fragmentación y a la competitividad, beneficiando así a las pequeñas formaciones, que en estos comicios de segundo orden obtienen sus mejores resultados.
Del mismo modo, podríamos afirmar que al compartir las elecciones autonómicas esta característica, ser elecciones de segundo orden, sería más probable que en estos comicios los electores votaran de una forma más fiel, es decir, atendiendo a sus preferencias y/o cercanía, especialmente a terceras y sucesivas formaciones y no pensando en los efectos que el sistema pueda provocar sobra la utilidad de su voto. No obstante, este supuesto ha de ser puesto en cuarentena, en tanto que sólo podría ser confirmado tajantemente en sistemas y subsistemas electorales nacionales y regionales idénticos. Si bien en el caso español el diseño electoral autonómico asume la mayoría de características del sistema electoral nacional, algunos de sus elementos centrales
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cambian, es el caso de la magnitud del distrito; sin lugar a dudas, la pieza central en el estudio de las consecuencias de los componentes mecánicos que pueden ser atribuidos al sistema electoral.
Según lo expuesto hasta el momento, podemos señalar que tradicionalmente en la literatura se han producido dos tipos de acercamientos al estudio del voto estratégico. La primera opción sería a través del análisis de las características y consecuencias de los sistemas electorales, en especial del tamaño de distrito y el sistema de partidos (Cox, 1997; Moreno y Oñate, 2004), mientras que la segunda opción sería aquella que toma como base el análisis individual del voto estratégico (Gunther, 1989; Álvarez y Nagler, 2000; Blais et al., 2001; Lago, 2005a y 2005b). Dado que en el presente capítulo nos proponemos ahondar en los efectos del voto estratégico a nivel autonómico, nos hemos decantado por la primera de las opciones, entendiendo que puede resultar especialmente relevante conocer los efectos mecánicos del sistema electoral y su interacción con el voto estratégico. Por otro lado, dada la variabilidad existente entre comunidades autónomas en nuestro país, en lo que a los sistemas y proceso electorales autonómicos se refiere, imposibilitarían por tiempo y espacio, un abordaje de carácter individual. Por ello, realizaremos en este trabajo un análisis longitudinal de carácter fundamentalmente descriptivo en el cual trazaremos las continuidades y cambios en los efectos mecánicos para cada una de las circunscripciones electorales en las diecisiete comunidades autónomas españolas, con especial énfasis en lo que al voto útil o voto estratégico se refiere.