Tránsitos y retos de la inserción-reinserción social con mujeres en semilibertad. Propuestas socioeducativas. (Premio Nacional Victoria Kent 2021)
Metadata
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Añaños Bedriñana, Fanny Tania; Moles López, Elisabeth; Burgos Jiménez, Rubén; García Vita, María del Mar; Martín Solbes, Víctor M.; Galán Casado, Diego; Añaños Bedriñana, Karen Giovanna; Raya Miranda, Rocío; Rivera López, Maribel; García Tardón, BrunoEditorial
Gobierno de España. Ministerio del Interior. Secretaría General de Instituciones Penitenciarias.
Materia
Perspectiva de género Prisión Reinserción social Mujeres presas Tratamiento penitenciario
Date
2022Referencia bibliográfica
Añaños, F. (Dir.) (2022). Tránsitos y retos de la inserción-reinserción social con mujeres en semilibertad. Propuestas socioeducativas. Madrid: Ministerio del Interior.
Sponsorship
Premio Nacional Victoria Kent. Gobierno de España. Ministerio del Interior. Secretaría General de Instituciones Penitenciarias. Resultados del Proyecto I+D+I (REINAC) Ref.EDU2016-79322-R, el cual se encuentra financiado por el Plan Nacional de Investigación, Proyectos de Investigación I+D+I, Ministerio de Economía y Competitividad (MINECO), Agencia Estatal de Investigación (AEI) y FEDERAbstract
La población penitenciaria mundial representa aproximadamente 10.74 millones, siendo 714,000 (6.9%) mujeres (Walmsley, 2019). En el marco europeo, la población reclusa femenina española es una de las más elevadas (7.5%; Ministerio de Interior/ SGIP, 2019), sólo superada porcentualmente por Letonia (8.6%), Finlandia (8.3%) y República Checa (8.2%), pero proporcionalmente en números brutos en estos países la población penitenciaria es sumamente inferior (Moles-López, Añaños y Burgos, en prensa). Por tanto, aunque los datos son minoritarios respecto a la población general penitenciaria española, son lo suficientemente relevantes que requieren su necesidad de estudio no sólo por las cifras, también por las especificidades que presenta la reclusión femenina. La criminalidad implica agresividad y se asocia culturalmente con el sexo masculino. En consecuencia, «los factores sociales, económicos, situacionales y psicológicos, considerados principales en el hombre delincuente, se relegan a un segundo plano en la mujer delincuente» (Almeda, 1992, p. 8). De hecho, las diferencias en el comportamiento delictivo de las mujeres han sido largamente desestimadas y poco tratadas. No obstante, las figuras que encarnaban la transgresión femenina eran duramente perseguidas y castigadas (Azaola, 2005); situación que hoy se mantiene, especialmente desde el moralismo familiar y el estigma social. En cuanto a la delictividad femenina Juliano (2010) lanza una hipótesis sobre la propensión de las mujeres al delito unida a los altos costos personales y sociales que para ellas implica el ingreso en prisión, motivo por el que evitan delinquir a cualquier costo, excepto cuando viven inmersas en una subcultura que acepta tal conducta. Actualmente, la criminalidad masculina sigue siendo mayor en todos los países, en las diferentes edades y en casi todos los delitos, con excepción de los ligados a lo que se considera ‘condición de la mujer’ (el aborto, el infanticidio y la prostitución) o, según Mapelli (2006), en aquellos eslabones ‘prescindibles’ o en las tareas ‘sencillas’, que exigen poco tiempo y esfuerzo, lo cual puede permitir a las mujeres obtener ingresos y seguir con sus responsabilidades familiares. En estos procesos tampoco se descarta la presión que ejercen sus parejas u otras personas del entorno inmediato (Añaños, 2010). A todo ello hay que sumar la perspectiva de género, para lo cual es importante diferenciar el sexo y género. Se trata de una divergencia entre los hechos biológicos y los hechos sociales, donde este último es el género. En palabras de Lomas (2006, p. 272), los hombres y las mujeres somos diferentes no solo porque tenemos un sexo distinto sino también porque aprendemos a ser hombres y a ser mujeres de maneras diferentes. Para trabajar desde el género urge contar con las condiciones de vida y la subjetividad (Migallón y Voria, 2007); esto significa partir, entre otras cosas, desde los papeles, las características sociales, psicológicas, culturales, religiosas y educativas percibidas o asumidas. Por tanto, el enfoque de género en la investigación es fundamental, no sólo porque visibiliza estas diferencias, sino porque las repercusiones de la entrada a prisión son grandes para todos, pero en las mujeres son más negativas (para ellas mismas, para sus hijos/as y sus familias), piensan, viven y sienten la experiencia con mayor sensibilidad, de tal modo que los problemas, necesidades y responsabilidades se agudizan y se perciben con más peso, dolor y frustración, especialmente si son madres. Así, a pesar de los esfuerzos y del Plan de Igualdad en la Institución Penitenciaria, son atendidas con menor grado de calidad y pertinencia de medios, recursos y/o programas (Añaños, 2013; Añaños y Yagüe, 2013; Añaños y García-Vita, 2019). También, lamentablemente, los avances educativos y sociales parecen insuficientes para corregir los estereotipos que adjudican papeles, profesiones y expectativas diferentes en función del sexo, así como las desigualdades económicas, sociales y culturales de partida, que se recrudece en esta población. Estas realidades, si se analizan en contextos y grupos con mayores condiciones de riesgo, dificultad o conflicto –como en el medio el penitenciario–, son más penosas en las mujeres. Por ello se considera imprescindible, partiendo desde una perspectiva de género, contribuir a hacer visibles, analizar y actuar en situaciones específicas de las mujeres internas en prisión. Por otro lado, es importante centrar el foco de la investigación en los procesos de tránsito a la libertad en medio abierto (semilibertad), en el que es necesario analizar el estado de la cuestión de los procesos, instancias, situaciones y realidades a los que se enfrentan estas mujeres. La inserción-reinserción social (en términos generales y distintas dimensiones) en esta etapa están escasamente estudiadas, y si se trata de mujeres esta cuestión es aún menor. En la presente investigación definimos de forma inédita siete factores influyentes en la inserción-reinserción social de mujeres en semilibertad que plantea Añaños (2022), teniendo en cuenta las experiencias de prevención del reingreso (reincidencia) llevado a cabo por la ONU (2018) y, fundamentalmente, por trabajos previos y actuales efectuados por este equipo, que han permitido delimitar los mismos. A partir de estos siete factores se estructura la propuesta global que se presenta en este libro, siendo éstos: la dimensión personal, el apoyo familiar, la educación y condiciones formativas (tanto formal como socioeducativa), la economía y el trabajo, la vivienda, la relación comunitaria y, el acompañamiento a las situaciones prioritarias. En este último factor nos hemos centrado en profundizar cuestiones en torno al seguimiento y acompañamiento en general, las drogodependencias, la enfermedad mental, los derechos humanos y la discapacidad, y la reincidencia. Finalmente, con este trabajo se marca como propósito el analizar y adentrarse en las múltiples realidades de las mujeres que se hallan en medio abierto penitenciario a nivel nacional (segundo grado especial –Art. 100.2–, tercer grado y libertad condicional), a fin de estudiar los factores que influyen en la reinserción-inserción social anteriormente citados, teniendo en cuenta sus trayectorias previas a prisión, el periodo de internamiento y su situación actual. Con todo, se pretende ofrecer un marco referencial para la intervención tratamental, especialmente socioeducativa y, definir propuestas específicas para el tratamiento profesional e institucional que favorezca y facilite el tránsito y la inserción-reinserción definitiva de las mujeres a la sociedad