Cenas, penas y soles matan a los hombres: medicina preventiva de un embajadador que sobrevivió a su embajada (1663-1674)
Identificadores
URI: http://hdl.handle.net/10481/58727Metadata
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Oliván Santaliestra, LauraEditorial
Universidad de Granada
Materia
Medicina preventiva Salud Embajada Diplomacia Siglo XVII Preventive medicine Health Embassy Diplomacy XVIIth century
Date
2018Referencia bibliográfica
Oliván Santaliestra, Laura. Cenas, penas y soles matan a los hombres: medicina preventiva de un embajadador que sobrevivió a su embajada (1663-1674). Chronica Nova, 44: 147-175 (2018). [http://hdl.handle.net/10481/58727]
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Este artículo ha sido financiado por el programa Ramón y Cajal (proyecto número 621970) del Ministerio de Ciencia Innovación y Universidades (RYC-2014-16033).Abstract
A partir del siglo XVI los embajadores empezaron a tomar conciencia de los problemas físicos
y anímicos que podían derivarse del servicio diplomático. En el siglo XVII quedó confirmado que
ejercer la diplomacia era una de las actividades más peligrosas para la salud, por lo que había que
actuar en consecuencia. Los embajadores ordinarios de la Europa barroca se llevaron a sus médicos
personales a la corte de destino, atesoraron libros de medicina preventiva y fueron de los primeros
miembros del estamento nobiliario en probar remedios medicinales exóticos con el fin de volver sanos
y salvos de la embajada y así continuar su carrera cortesana en puestos más dignos y cómodos junto
al Príncipe. En este artículo se analiza la medicina preventiva puesta en práctica por un embajador
del Imperio en Madrid que salió ileso de sus casi once años de embajada: el conde de Pötting. Since XVIth Century, the ambassadors started to became aware of the phisical and animical
problems that could derivate of the diplomatic service. In the XVIIth century it was confirmed that
practising diplomacy was one of the activities more dangerous for health, therefore it was necessary
to act accordingly. The ordinary ambassadors of the baroque Europe took their personal doctors to
the court where they were destined, accumulated books of preventive medicine and were the first
members of the nobility in testing exotic medicinal remedies in order to came back safe and sound
from the embassy and to continue their courtesan careers in posts more honourables and confortables close to the souverain. In this article I analyze the preventive medicine put into practice by
an Imperial ambassador in Madrid who left unharmed from their almost eleven years of embassy:
the count of Pötting.