El discurso de odio como límite a la libertad de expresión en Europa. Hate speech as a limit to freedom of expression in Europe
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Instituto de Direito Público. Brasilia.
Fecha
2018Referencia bibliográfica
Revista Direito Público. Nº 80. 2018. pp. 196-213.
Resumen
La libertad de expresión ocupa una posición central y preferente en todo Estado democrático. Sin embargo, no cabe aceptar un uso abusivo de la misma, que suponga un menoscabo injustificado de otros derechos, intereses y principios con los que frecuentemente entra en conflicto. Así, el llamado discurso del odio se ha configurado en las últimas décadas en límite difuso e indeterminado al desarrollo de la libertad de expresión, asociándose a la dignidad, el honor y la consideración igual que merecen las personas y los colectivos en los que éstas se integran. Así, ha de convenirse en que para calificar un acto comunicativo como “discurso del odio”, de acuerdo con los estándares internacionales, ha de presentar dos notas distintivas: primero, que suponga una incitación directa a la violencia o la discriminación; y, segundo, que se dirija contra los ciudadanos en general o contra determinadas minorías en razón de su raza, religión, orientación sexual o cualquier otro rasgo considerado relevante, en particular. No obstante, de forma harto cuestionable, una versión injustificadamente extensa del discurso del odio se ha incorporado a los códigos penales de la mayoría de Estados de la Unión Europea. Por medio de una serie de tipos penales específicos, la mayor parte de los cuales muestran una endeble justificación constitucional. Mediante los mismos se criminaliza favorecer o promover un posible ambiente de violencia, hostilidad u odio, genéricamente perturbador de la “paz y la tranquilidad públicas”, cuando, en realidad, debería exigirse que concurriera una relación causal directa entre las acciones consistentes en humillar, amenazar o provocar, con el peligro cierto e inminente de cometer actos ilícitos contra bienes jurídicos bien definidos, merecedores de la máxima protección constitucional, como son la integridad y la igualdad, por medio de la violencia o la discriminación, contra las personas y los grupos en los que éstas se integran. Si no es así, se corre con ello el riesgo de crear nuevas formas de censura, que lleguen a vaciar de contenido a la libertad de expresión, y, por tanto, al modelo de Estado constitucional que conocemos Freedom of expression occupies a central and preferential position in every democratic state. However, abuse of that freedom, which implies an unjustified impairment of other rights, interests and principles with which it frequently conflicts, cannot be accepted. Thus, the so-called “hate speech” has been configured in the last decades in a diffuse and indeterminate limit to the extension of freedom of expression, associating itself with the dignity, honor and equal consideration DPU Nº 80 – Mar-Abr/2018 – SEÇÃO ESPECIAL – DOUTRINA ESTRANGEIRA........................................................................................ 197 RDU, Porto Alegre, Volume 14, n. 80, 2018, 196-213, mar-abr 2018 that deserve the people and the groups in which they are integrated. So, it must be agreed that in order to qualify a communicative or symbolic act as a “hate speech”, according to international standards, it has to present two distinctive notes: first, that it must be a direct incitement to violence or discrimination; and, secondly, that it should be directed against citizens in general or against certain minorities because of their race, religion, sexual orientation or any other feature considered relevant in particular. But, in an extremely questionable way, an unjustifiably extensive version of “hate speech” has been incorporated into the criminal codes of most European States. By means of a series of specific penal offences, most of which show a flimsy constitutional justification, is punished to favor or to promote a possible environment of violence, hostility or hatred, disturbing the “public peace and tranquility”. Rather, a direct causal relationship should be required between actions consisting in humiliating, threatening or provoking individuals and groups in which they are integrated, with the certain and imminent danger of committing unlawful acts against well-defined legal interests, such as integrity and equality, through violence or discrimination. If this is not the case, there is a risk of creating new forms of censorship, which will deprive the freedom of expression of content and, therefore, weakening the model of constitutional state we know.