Erwin Panofsky y el método iconológico
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URI: https://hdl.handle.net/10481/98917Metadatos
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Cabello Padial, GabrielEditorial
Editorial Tecnos
Materia
Iconología Iconology Erwin Panofsky Art historiography Historiografía del arte
Fecha
2021Resumen
En 1918, fue su discípulo Fritz Saxl quien se hizo cargo de la biblioteca de Aby Warburg, ahora asociada con la Universidad de Hamburgo. En esta enseñaban Erwin Panofsky, a quien debemos la elaboración de un método iconológico sistemático, y su colega, dieciocho años mayor, Ernst Cassirer, cuyo pensamiento fue clave para el diseño de dicho método. Panofsky no solamente había asistido a sus clases, sino que le había atendido en la propia biblioteca, donde fue asistente de Saxl y de la que Cassirer era el más asiduo lector. Un lector que no ocultará la presencia de Warburg en sus investigaciones, que igualmente acometían el estudio de la filosofía junto al de la religión, la mitología y sus imaginarios. Cuando en 1923 Panofsky
y Fritz Saxl publicaron su trabajo sobre Durero, el reconocimiento del contenido «esencial» de una obra ya aparecía como posible solo gracias a la ayuda de otros textos contemporáneos. Con el tiempo, será la filosofía de Cassirer la que permitiría a Panofsky entender esos textos como otras tantas «formas simbólicas» que compartían una matriz común con el arte de su época.
El marco de Cassirer imprimió al trabajo de Panofsky su definitivo tinte neokantiano y hegeliano (por la remisión de fondo a un Zeitgeist o «espíritu de la época») que seguramente se desviaba del proyecto de Warburg, siempre atento a las supervivencias y los anacronismos, y que quizá explica la frialdad con que Panofsky acogió el intento de acercarse al círculo del maestro por parte de Walter Benjamin, cuando sin duda había un aire de familia entre las nociones de supervivencia y montaje de Warburg y la imagen dialéctica de Benjamin. Pero es en cualquier caso a Panofsky a quien se debe el método que ha marcado más profundamente el desarrollo posterior de toda la historiografía del arte. Un método que, en las últimas décadas, coincidentes con la rehabilitación de la «traicionada» figura de Warburg y con la llegada del llamado «giro icónico», ha sido minuciosamente puesto en cuestión. Pero un método cuyo valor y cuyas debilidades solo podrán valorarse adecuadamente si atendemos a su formulación precisa y a la trama conceptual y de influencias que lo sostiene.