Los desaparecidos sicilianos: recorridos de migración e integración de italia a argentina en los siglos XIX y XX hasta el proceso de reorganización nacional
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Todaro, AlbertoEditorial
Universidad de Granada
Director
Martínez Chicón, RaquelDepartamento
Universidad de Granada. Programa de Doctorado en Estudios MigratoriosDate
2024Fecha lectura
2024-06-07Referencia bibliográfica
Todaro, Alberto. Los desaparecidos sicilianos: recorridos de migración e integración de italia a argentina en los siglos XIX y XX hasta el proceso de reorganización nacional. Granada: Universidad de Granada, 2024. [https://hdl.handle.net/10481/96815]
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Tesis Univ. Granada.; Universidad de Jaén; Universidad Pablo de OlavideAbstract
La dictadura argentina de 1976-1983 es un tema sobre el que se ha escrito mucho.
Historiadores, narradores y periodistas han abordado el tema desde sus inicios.
Por lo tanto, yo mismo podría incluso haberme abstenido de hacerlo, si no fuera
por la perspectiva particular desde la que observo el hecho histórico: la de los
sicilianos que, habiendo emigrado a Argentina, quedaron atrapados en las mallas
de la dictadura, que los convirtió en desaparecidos.
El objetivo de este trabajo y la principal aportación es la recuperación de la
memoria histórica a través de la reconstrucción de estas historias de vida de
desaparecidos sicilianos. No son muchos, sólo seis según el informe del consulado
italiano en Buenos Aires. Tengo la sensación de que hubo algunos más, pero mi
investigación se basó principalmente en estos seis nombres: Salvatore Privitera,
Claudio Di Rosa, Vincenzo Fiore, Giovanni Camiolo, Silvana Cambi y Giuseppe
Vizzini.
Se entiende, sin embargo, que hablar de los seis desaparecidos sicilianos, sin
hacer un recorrido histórico que explique cómo se llegó a ciertas cumbres de horror
en Argentina, sería privar a esta tesis del contexto en el que tuvieron lugar estas
historias de vida.
Por lo tanto -tras una introducción, titulada “La doble desaparición”, en la que
relato las razones que me convencieron de abordar este trabajo-, en el primer
capítulo hago un recorrido histórico, comenzando en la década de 1930, para
destacar el hecho de que Argentina era una nación “acostumbrada” a los golpes de
Estado y a la toma del poder por la fuerza. Hubo cinco golpes que precedieron al
del 24 de marzo de 1976, que abrió el camino al Proceso de Reorganización
Nacional, como los militares llamaban a su régimen.
En el segundo capítulo expongo el aparato represivo implantado por los militares
bajo la Doctrina de Seguridad Nacional y la lucha contra la llamada subversión.
Prácticas que nada tenían que ver con una gestión democrática de la seguridad
nacional atenta a los derechos humanos y que, por lo tanto, hicieron que el régimen
argentino sea recordado hasta el día de hoy como Terrorismo de Estado. Se trata
de prácticas que ahora son bien conocidas, pero que en el momento de los hechos
eran desconocidas por casi todo el mundo. Estamos hablando de los secuestros
ilegales, en los que las personas eran sacadas violentamente de sus casas, lugares
de trabajo o de la calle para ser llevadas a Centros Clandestinos de Detención,
donde se practicaban torturas a gran escala. Los prisioneros eran entonces eliminados -unos pocos fueron liberados, los que luego permitieron, gracias a sus testimonios, los juicios contra los responsables- de diversas maneras: la que más
ha quedado plasmada en la memoria de la nación argentina fue la de los vuelos de
la muerte, mediante los cuales los prisioneros eran arrojados al mar aún con vida.
Otra práctica despreciable fue la de los niños robados, los recién nacidos, hijos de
niñas desaparecidas, que, inmediatamente después de su nacimiento, eran
arrebatados a sus madres para ser entregados a familias cercanas al régimen. El
punto de encuentro de todas estas prácticas era la práctica más general de la
desaparición, utilizada como medio de gestión del poder represivo.
El tercer capítulo reúne tres temas que no tendrían relación entre sí si no
estuvieran incluidos en el macro tema que los mantiene unidos, o sea la dictadura.
Me refiero, en primer lugar, al papel desempeñado por la Iglesia Católica en
Argentina. La Iglesia y las Fuerzas Armadas han tenido históricamente relaciones
muy estrechas, de modo que cuando llegó la hora de la represión, ésta se puso del
lado de los militares. Sin embargo, sería injusto decir que “toda” la Iglesia lo hizo.
La jerarquía eclesiástica se puso del lado de la represión -aunque con algunas
excepciones-, la Iglesia militante, en cambio, se mantuvo en las barricadas y
también sufrió considerables pérdidas de vidas; por último, el grueso del mundo
católico eligió el camino del silencio, comprensiblemente por miedo, beneficiando
de hecho al régimen. El segundo tema que aborda el capítulo es el de los
organismos de derechos humanos, muy activos en Argentina, especialmente las
Madres de Plaza de Mayo (en su doble declinación), las Abuelas de Plaza de Mayo,
los Familiares y los HIJOS. Aparte de estas últimas, se trata de organizaciones
surgidas durante la dictadura, pero que ahora siguen luchando bajo la bandera de
“Memoria Verdad Justicia”. Sus reivindicaciones siguen vigentes y, a pesar de los
intentos de revisionismo histórico -exacerbados en los últimos tiempos por la
victoria electoral del presidente Javier Milei-, mantienen caliente la agenda de los
derechos humanos en el nombre de los 30.000 desaparecidos. En el último párrafo
quise profundizar cuál eran las relaciones entre Italia y Argentina durante la
dictadura. Esto se debe a que siempre ha existido una relación muy estrecha entre
ambos países, debido a los cientos de miles de italianos que la poblaron durante
décadas. De ello se desprende que, aparte de las relaciones de carácter
económico, que no dejaron de existir, no hubo una verdadera cercanía por parte de
Italia con la causa de los desaparecidos y los oprimidos por la dictadura; al
contrario, pretendió ignorar los acontecimientos que afectaron al país
sudamericano. Incluso con respecto a la acogida de los exiliados argentinos, la
Italia institucional no se distinguió por un excesivo espíritu de solidaridad, a
diferencia de la gente, que, en cambio, recibió a los exiliados con un espíritu de
acogida y hospitalidad.
Es el cuarto capítulo contiene, en términos de aportación a la historia y a la justicia
social a través de la memoria y de justicia social- la narración de las historias de
vida de los desaparecidos sicilianos, tal y como las escuché de testigos
privilegiados, pero también tal y como las entresaqué de las noticias que llegaron
a mis manos. No fue fácil, ya que ha pasado mucho tiempo desde entonces y, como
suele ocurrir, los recuerdos se difuminan. El quinto capitulo contiene las consideraciones surgidas desde el recorrido de
investigación sobre: el papel del terrorismo de Estado en la historia de un País, pero
sobre todo en la vida de todas las personas que sufrieron las consecuencias; el
valor del esfuerzo colectivo de memoria, para dar dignidad a los que perdieron su
vida y justicia a los familiares y amigos que siguen luchando contra el olvido; y
especialmente por los desaparecidos migrantes procedentes de Sicilia,
proporcionar una vuelta simbólica a su ciudades, reconstruyendo la memoria de
sus historias de vida para ofrecerla a los conciudadanos, no como “perdidos” por
su tierra sino como personas dignas de recuerdo por parte de las próximas
generaciones.
En los annexos añadí todo el material documental recogido durante mi
investigación.
El primer anexo consta de dieciocho entrevistas realizadas entre octubre de 2021
y junio de 2023. Las he dividido en tres grupos, en relación con el tema que trataban,
y la numeración de las entrevistas también ha seguido este criterio.
Así, el primer grupo de entrevistas está estrictamente relacionado con los
desaparecidos sicilianos de los que nos ocupamos; por tanto, hay las con sus
familiares y amigos o compañeros de militancia.
El segundo grupo incluye las entrevistas que realicé durante mi viaje a Roma los
días 12 y 13 de octubre de 2022 y tratan principalmente de las relaciones entre Italia
y Argentina durante la dictadura. Aquí están las "charlas" con el cónsul Enrico
Calamai, con el profesor Claudio Tognonato y con Jorge Ithurburu de la asociación
24marzo Onlus.
El tercer grupo es el de las entrevistas realizadas durante mi viaje a Argentina, del
20 de noviembre al 20 de diciembre de 2022. Se trata principalmente de entrevistas
con integrantes de organizaciones de defensa de los derechos humanos, que
siguen trabajando activamente en Argentina en la actualidad, pero también con dos
ex detenidos desaparecidos y un ex exiliado.
El orden de las entrevistas en este trabajo no es estrictamente cronológico; en
realidad, he querido respetar un orden vinculado sobre todo a la “importancia”,
tanto de la persona entrevistada como del contenido de la entrevista, por lo que la
palabra “importancia” no debe entenderse stricto sensu, sino en relación con la historia que se cuenta. Por poner un ejemplo: la entrevista con Mons. Pennisi
precedió cronológicamente a la de Paolo Privitera, pero fue colocada después,
porque la primera encajaba en la segunda y no al revés.
El segundo anexo, he incluido las fotos recogidas. En el orden de las fotos, he
privilegiado las historias de los desaparecidos en el orden en que puse sus historias
de vida en la tesis, de modo que primero están las imágenes relativas a los
desaparecidos sicilianos, luego están las otras, tomadas en distintos momentos
del trabajo. Primero, para cada uno de ellos, puse su propia imagen -sólo de José Almerico no pude encontrar ninguna- y luego, si las había, otras relativas a su
historia personal. También puse documentos, cartas y fotos varias. Luego hay fotos
que tomé en Buenos Aires y que tienen que ver con la historia y las historias que
estoy contando; por último, las relativas a los dos momentos conmemorativos,
cuando se descubrieron las placas recordatorias de Vincenzo Fiore, el 27 de agosto
de 2023, y de Claudio Di Rosa, el 11 de mayo de 2024.
El recurso a la memoria en el caso de los desaparecidos sicilianos tiene un doble
aspecto. El primero lo compartimos con el gran movimiento argentino y lo hacemos
nuestro a este lado del gran mar; nos comprometemos junto a las Madres, las
Abuelas, los Hijos para que ninguno de los 30.000 desaparecidos sea olvidado. Era
importante hacerlo, sacar a la luz sus historias, porque ellas también forman parte
de la Historia, tanto de Argentina como de Italia, en su apéndice siciliano. Se trató,
en efecto, de un proyecto de investigación académica, pero también tuvo
importantes implicaciones emocionales. Recuperar las historias de los
desaparecidos fue una forma de darles la justicia que no tuvieron, significó hacer
memoria histórica de los que no fueron recordados.
El segundo consiste, precisamente, en hacer el viaje de regreso de estos
conciudadanos sicilianos: aquellos que habían abandonado “nuestra” tierra,
vuelvan una vez más a poblarla en la memoria de su pueblo. Esta vez no hay barcos
de vapor de Navigazione Generale Italia, ni maletas llenas de ropa, ni enseres
domésticos. Los desaparecidos regresan a sus países de los que nunca debieron
salir. “Claudio quiere volver a casa. Lo sentimos”, me escribió emocionada la
presidenta de la Università Popolare del Tempo Libero en Piazza Armerina, cuando
se estaba organizando el homenaje a Claudio Di Rosa. Quizá sean ellos mismos,
los desaparecidos, que nos piden que los traigamos a casa.