Boletín del Aula Permanente de Formación Abierta de la Universidad de Granada: El Senado

Abstract

Cuando en 1994, la hoy Delegación de la Consejería de Asuntos Sociales y la Universidad de Granada firmaban un convenio para abrir esta última a las personas mayores como tales, se comprometían a una aventura de difícil cumplimiento por tratar de sustituir viejos moldes de exigencia académica por nuevas actitudes de servicio solidario. Y no es que ayudar a los jóvenes universitarios a que se esfuercen para obtener brillantes títulos no sea un servicio solidario, que lo es, sino que ahora el fin institucional se amplía a la atención generosa hacia esas personas mayores que encuentran la ocasión, tantas veces imposible, de enriquecerse personalmente de un modo integral, como si dieran un rejuvenecedor salto atrás en sus vidas.

El convenio ha sido un éxito y ese proyecto universitario, en cuyo desarrollo no ha faltado nunca el apoyo solícito, generoso y no intervencionista de la citada Delegación, es ya una auténtica realidad en todos sus apartados, y es lo que vengo a comunicar. Realidad, insisto, cumplida plenamente, términos estos de feliz pero de difícil aplicación un proyecto que nació siendo estrictamente político y ha acabado en una posibilidad académica y social al alcance de quien haya cumplido 50 años, y yo, personalmente, sueño con el día en que sea la necesidad vital y no la edad cronológica la condición exigible para disfrutar de la oferta universitaria, de alguna manera.