dc.description.abstract | Los primeros intentos, bien documentados, de calcular la posición de la
capital de España se remontan a finales del siglo XVII, siendo sus
protagonistas principales profesores de matemáticas en el renombrado
Colegio Imperial de los Jesuitas, aparte de otros clérigos como el abate
Scotti y seglares como el duque de Uceda. En todos los casos se obtuvo la
diferencia de longitudes con relación al meridiano del Observatorio de
París, el más importante de su tiempo. Las observaciones astronómicas
practicadas en ese centro fueron debidas a los Cassini (padre1 e hijo2), a
Maraldi3 y a de la Hire. Los fenómenos astronómicos elegidos fueron el
eclipse de Luna del 16 de mayo de 1696 y el de Sol que tuvo lugar el 23 de
septiembre de 1699, los resultados promedio obtenidos fueron de 23mW
en el primer caso y de 22m 42s W en el segundo; ambos eclipses fueron
observados desde el Colegio por el jesuita checo Kresa4. Se inician las
observaciones del siglo siguiente con la de otro eclipse de Sol, ocurrido el
12 de mayo del año 1706. El operador del Colegio Imperial fue el jesuita
madrileño Cassani5, siendo correspondido en París por Cassini II. Las
diferencias promedio entre las respectivas horas locales fue en esta
ocasión de 22m40s W, aunque tanto este valor como el anterior fueron
corregidos después por Pingré6 , teniendo en cuenta los estados de los
relojes empleados en los dos observatorios, el cual fijó la longitud de
Madrid en 23m3s W. Un cuarto de siglo después, en el año 1732, se volvió
a observar otro eclipse lunar, con igual fin, el 1 de diciembre; los
operadores fueron el primer duque de Solferino7, en Madrid, y Godin8, en París. El promedio de diez determinaciones resultó ser de 24m20s W.
Ahora bien, calculando la media aritmética de los cuatro valores de la
longitud, que han sido referidos, se obtendrían 23m28sW, una cifra dada
por buena hasta que surgieron nuevas expectativas a partir del año 1746. | es_ES |