La representación de la soledad: un análisis del paisaje surrealista
Metadatos
Mostrar el registro completo del ítemAutor
Sousa Pardo, CarmenEditorial
Universidad de Granada
Departamento
Universidad de Granada. Programa de Doctorado en Historia y ArtesFecha
2025Fecha lectura
2024-09-27Referencia bibliográfica
Sousa Pardo, Carmen. La representación de la soledad: un análisis del paisaje surrealista. Granada: Universidad de Granada, 2024. [https://hdl.handle.net/10481/108750]
Patrocinador
Tesis Univ. Granada.; Ministerio de Universidades y Formación Profesional. Formación del Profesorado Universitario (FPU)Resumen
La presente tesis doctoral tiene por propósito el estudio de la soledad —en el sentido
dilatado del término— en relación con la práctica y la subjetividad artística
contemporánea y específicamente con la surrealista. Pretendemos con ella abordar el
afecto en su historicidad y en relación con los cambios sociales, políticos y estéticos que
se suceden en la pasada centuria tomando como marco cronológico los años de vida
del propio movimiento, 1924-1969. Estimando que la soledad, por su propia naturaleza,
no puede imaginarse sino en los límites de una estética relacional—es decir, no posee
una iconografía propia en sentido estricto sino varias—, el trabajo que se plantea lo
hace desde dos vertientes: la primera parte de la tesis estará dedicada a ahondar en la
soledad a partir de las figuraciones del yo surrealista (mediante el genio, el deseo o el
inconsciente), mientras que la segunda la atenderá tomando en consideración la
representación de paisajes (desiertos, bosques y ciudades). A modo de coda
repararemos también en la evolución histórica de la soledad a partir de la experiencia
del exilio y hasta la muerte del movimiento, autoproclamada por Jean Schuster en 1969.
La hipótesis que vertebra esta investigación es que la soledad, por su
ambigüedad, fue una cuestión central para los surrealistas. Sin condenarla ni celebrarla
al completo, la soledad es una constante en las obras surrealistas ya fuere de manera
directa o sobrevolando todo el resto de obsesiones del grupo. En esencia, la soledad
se presentó como el espacio del yo, es decir, un lugar tanto individual como colectivo
en el que observar los límites de la sociedad en la que vivían y soñar con la que
aspiraban. Lo que encontraremos en las prácticas e invenciones que pueblan este
ensayo son, por tanto, las múltiples tentativas de los surrealistas por construir un sujeto
político común, a partir de la preservación de las libertades personales. Así pues,
defendemos que el surrealismo habita una contradicción no paralizante, sino fructífera:
la soledad no es solo denunciada o combatida sino un campo en el que se juega la
propia creación. Por ello, valoraremos las vacilaciones, los estadios ambiguos —entre
grupales y solitarios—, que se dan en el devenir del movimiento. De este modo, las dos
primeras partes de este texto se ocupan de identificar y justificar las iconografías en las
que se figura el afecto a lo largo de la década de los veinte y los treinta, mientras que
en la última indagaremos en la evolución a la que se ve sometido en el exilio.
Finalmente, nos detendremos en un episodio histórico particular, las revueltas de los
años sesenta, que culminan en el episodio del Mayo francés de 1968, cuya vinculación
con el surrealismo ya ha sido ampliamente demostrada. La pretensión es estudiar qué
ocurre con la soledad en aquel canto de cisne de lo colectivo que fue este
acontecimiento social y cultural, pues supuso también el ocaso del surrealismo.
En aras de acotar el material de análisis, en este escrito se contempla
únicamente el surrealismo figurativo y el quehacer de aquellos artistas que formaron
total o parcialmente parte del grupo bretoniano. Asimismo, juzgando que la cuestión del género atraviesa todos los aspectos de la vida, también aquella más íntima de los
afectos y las pasiones, hemos tratado de aplicar dicha perspectiva. Ponderaremos el
valor que reviste lo femenino en esta figuración masculina de la soledad en el
surrealismo. Por ello, la aproximación que proponemos se hace únicamente a partir de
obras de artistas masculinos, puesto que coincidimos con respetados especialistas en
que la patologización de la soledad es un problema exclusivo del hombre blanco
occidental, que trata, mediante esta, de legitimar la vigente estructura patriarcal y,
diremos además, burguesa. Esta disertación pretende contribuir a su deconstrucción. O objetivo desta tese de doutorado é o estudo da solidão -no sentido amplo do termoem
relação à prática artística e à subjetividade contemporâneas e especificamente com
o surrealista. Pretendemos abordar o afeto na sua historicidade e em relação às
mudanças sociais, políticas e estéticas ocorridas no século passado. Para isso, vamos
tomar como enquadramento cronológico os anos de vida do próprio movimento: 1924-
1969. A solidão, pela sua própria natureza, não pode ser imaginada senão dentro dos
limites de uma estética relacional, ou seja, não possui uma iconografia em sentido
estrito, mas várias e apenas pode ser demonstrada com os vínculos (ou a falta deles) do
sujeito com os outros, com o mundo e consigo mesmo. Assim, este trabalho aborda
dois aspectos na representação da solidão: a primeira parte da tese vai ser dedicada a
aprofundá-la a partir das figurações do eu surrealista (através do gênio, do desejo ou
do inconsciente), enquanto a segunda estuda a solidão em consideração a
representação de paisagens (desertos, florestas e cidades). Como coda vamos ver
também a evolução histórica da solidão desde a experiência do exílio e, pouco depois,
durante a década de sessenta, até à morte do movimento, autoproclamada por Jean
Schuster em 1969.
A hipótese que sustenta esta investigação é que a solidão, pela sua
ambiguidade, era uma questão central para os surrealistas. Sem condená-la nem
celebrá-la por completo, a solidão é uma constante nas obras surrealistas, seja de forma
direta ou ao parar sobre todas as demais obsessões do grupo. Em essência, a solidão
foi apresentada como o espaço de si, ou seja, um lugar ao mesmo tempo individual e
coletivo para observar as contradições da sociedade em que viviam e sonhar com outra
a que aspiravam. O que vamos encontrar nas práticas e invenções que povoam este
ensaio são, portanto, as múltiplas tentativas dos surrealistas de construir um sujeito
político comum, baseado na preservação das liberdades pessoais. Assim,
argumentamos que o surrealismo habita uma contradição que não é paralisante, mas
fecunda: a solidão não é apenas denunciada ou combatida, mas um campo em que a
própria criação é desenrolada. Por isso vamos valorizar as hesitações, as etapas
ambíguas –entre grupos e solitários– que ocorrem no futuro do movimento.
Dessa forma, as duas primeiras partes deste texto preocupam-se em identificar
e justificar a iconografia em que esse afeto se configura ao longo das décadas de 1920
e 1930, enquanto na última vamos investigar a evolução de quem é submetido no
exílio. Finalmente, detemo-nos num episódio histórico particular, as revoltas dos anos
sessenta, que culminam no episódio do Maio francês de 1968, cuja ligação com o
surrealismo já foi amplamente demonstrada. Pretende-se estudar o que acontece com
a solidão naquele canto do cisne do coletivo que foi este acontecimento social e
cultural, pois também marcou o declínio do surrealismo.
Com o intuito de limitar o material de análise, este artigo contempla apenas o
surrealismo figurativo e a obra dos artistas que fizeram parte, total ou parcialmente, do grupo bretoniano. Da mesma forma, ao jugar que a questão do género é transversal a
todos os aspectos da vida, incluindo os mais íntimos dos afectos e das paixões, vamos
aplicar esta perspectiva. Vamos ponderar o valor do feminino nesta figuração masculina
da solidão no surrealismo. Por isso, a abordagem que propomos é feita apenas a partir
de obras de artistas homens, pois concordamos com respeitados especialistas que a
patologização da solidão é um problema exclusivo dos homens brancos ocidentais, nas
suas tentativas de legitimar a atual estrutura patriarcal e acrescentamos, burguesia do
sujeito. Esta dissertação pretende contribuir para a sua desconstrução.





