Aprendizaje, colaboración y redes en la ciencia digital: claves para nuevos tiempos
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URI: https://hdl.handle.net/10481/104841Metadatos
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Investigación Colaboración Comunidad de práctica Redes de práctica Entorno digital
Fecha
2025-06-24Patrocinador
Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)Resumen
La presente ponencia, titulada "Aprendizaje, Colaboración y Redes en la Ciencia Digital: Claves para Nuevos Tiempos", explora la creciente relevancia de la colaboración y las redes en el ámbito de la investigación científica contemporánea. Se sostiene que la colaboración científica es fundamental para impulsar la investigación y abordar interrogantes de alta complejidad.
La investigación académica se caracteriza por ser cada vez más social, con una tendencia sólida e innegable hacia la ciencia en equipo. El análisis de la coautoría revela un incremento universal desde 1900 en todos los campos de Scopus, lo que sugiere un aumento constante de la colaboración. Este crecimiento es particularmente notorio en los grandes experimentos científicos o proyectos de "big science", donde cientos o miles de investigadores provenientes de diversas instituciones y países unen sus esfuerzos para abordar grandes cuestiones científicas.
La colaboración contribuye al incremento de la productividad, la actividad relacionada con la obtención de subvenciones (tanto en número de solicitudes como en cantidad de premios y montos económicos), y la producción de artículos de alto impacto con un mayor número de citas. Adicionalmente, la colaboración confiere legitimidad a las ideas. No obstante, la colaboración también implica costes, tales como los asociados a la comunicación, la coordinación y monitorización del trabajo, y los gastos administrativos, así como desafíos inherentes a la atribución de crédito en coautoría y las relaciones de mentoría.
El concepto de "ciencia en equipo" ("team science") se define como un esfuerzo colaborativo orientado a abordar un desafío científico, aprovechando las fortalezas y la experiencia de profesionales, a menudo formados en campos diversos. A pesar de esta realidad, la formación en investigación suele ser específica de cada disciplina (e.g., epidemiología, farmacia, medicina, enfermería), con una limitada capacitación basada en equipos o con un enfoque interprofesional.
Es imperativo desarrollar estrategias que permitan organizar y compartir el conocimiento de manera eficiente, así como para la creación y gestión de redes digitales de aprendizaje e investigación. Asimismo, resulta necesaria la promoción de una "cultura de red" por parte de las instituciones y los gobiernos. Iniciativas como la "European Universities Initiative" de la Comisión Europea tienen como objetivo fomentar alianzas transnacionales entre instituciones de educación superior para el desarrollo de una agenda científica común y una estrategia de investigación conjunta. El concepto de "grandes desafíos" ("grand challenges") emerge como un marco idóneo para estos procesos de construcción institucional transnacional, abordando problemáticas sociales con una perspectiva multidisciplinar e intersectorial. Las políticas orientadas a misiones se definen como políticas públicas sistémicas que emplean el conocimiento de vanguardia para alcanzar metas específicas. Estas misiones deben ser formuladas de manera que impulsen la actividad en múltiples disciplinas científicas, sectores industriales y tipos de actores.
La construcción del conocimiento es inherentemente colectiva, realizada por grupos o comunidades, y el consenso se alcanza y registra a nivel comunitario. La efectividad de un equipo de investigación transdisciplinar no solo radica en la experiencia científica de sus miembros, sino también en su capacidad relacional para intercambiar y fortalecer dicha experiencia a lo largo del tiempo.
La Comunidad de Práctica (CdP) se presenta como un marco propicio para la acción, la reflexión y el aprendizaje. Estas comunidades están conformadas por individuos que participan en un proceso de aprendizaje colectivo dentro de un dominio compartido de la actividad humana. La investigación colaborativa no solo demanda el intercambio de ideas, habilidades y experiencia, sino también la diversidad y equidad en la expresión de ideas y perspectivas, un alto grado de atención conjunta, comunicación, interacción, compromiso mutuo y la co-elaboración del conocimiento. Las tres partes constitutivas de una comunidad de práctica son el compromiso mutuo, un propósito y una tarea conjuntas, y un repertorio compartido. Una CdP eficiente se distingue por la claridad de su desafío, una gestión del tiempo adaptada, un fuerte sentimiento de pertenencia, el compromiso de todos sus miembros, la existencia de normas y protocolos de comportamiento y comunicación, la práctica conjunta y la colaboración, y el acceso a recursos compartidos.
En lo que respecta a la complejidad y la red en la colaboración científica, el "conocimiento virtual" se apoya en redes elaboradas que facilitan la conectividad a distancia. Los investigadores individuales operan dentro de grupos basados en proyectos u organizaciones que trascienden las disciplinas, constituyendo así una comunidad de práctica. Las relaciones en una "red de práctica" (NoP) son inherentemente más flexibles que las de una CdP, ya que una NoP refleja la diversidad de los límites interdisciplinarios entre comunidades, mientras que una CdP se organiza en torno a un marco de acción local. Una red de práctica se conceptualiza como el nexo de práctica materialmente mediada, formada en torno a interdependencias vinculadas a través de comunidades de práctica.
Se proponen diez principios para la colaboración científica en red.