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URI: https://hdl.handle.net/10481/100204Metadatos
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Martín Martín, EduardoEditorial
Martín Martín, Eduardo
Fecha
2021Resumen
El equilibrio de la luz, el jardín, el paisaje se convierten en conceptos que confluyen, que consiguen la armonía perfecta del espacio, la configuración precisa donde confirmar los lugares.
Recoger la luz tamizada del jardín, envolver con ella la arquitectura, promueven ese ambiente sosegado donde la lectura no es actividad, sino el placer de la existencia. Donde la vida se adormece en nuevos ritmos, que como las palabras emergen de cada rincón del edificio, buscando un lugar tranquilo, pero lleno de mil matices. Un sitio que se abraza a un patio de lectura y que se vuelca a un medio natural, que se convierte en cuadro de fondo, animado, mezcla de vida y olores que se cuela entre las páginas de los libros, que al tratar de leer convertimos en esbozos de nuestra vida.
Conservar lo esencial, lo auténtico, asumiendo la posible intervención en un edificio de valor contextual, que pretende reciclarse desde una vivienda noble en un centro cultural. Los espacios se revierten en su luz y sus visiones, pero conservan la escala de lo doméstico. Es un centro cultural para el ciudadano, en un enclave físico rico en historia urbana y modernizado con diversos equipamientos culturales entremezclados con los usos domésticos.
El espacio principal es un cubo en torno al antiguo patio que recoge la luz desde el gran balcón que ubicado en la orientación norte introduce el magnífico jardín en la sala. Esta propone su utilización como sala de recepción y exposiciones en la planta baja, siendo los dos restantes destinadas a biblioteca incorporando con el espacio a doble altura, la visión en su total medida del jardín romántico, equilibrando la luz en las dos plantas destinadas a biblioteca. En la crujía a fachada a calle Santa Escolástica se disponen otras dependencias de menor tamaño (sala de conferencias, audiovisuales, despachos, aseos y conserjería), y en el sótano el depósito de libros.
Desde el jardín se accede a dos apartamentos para ilustres escritores visitantes situados en la cubierta, como una arquitectura añadida o superpuesta al edificio en lo alto. Los dos apartamentos están engalabernados resolviéndose en dúplex con la planta baja oculta en la cubierta inclinada del edificio, ventilada e iluminada por una “calle corredor”, disponiéndose en ella los dormitorios, despachos y baños (zona de noche). Del volumen que define los apartamentos emerge como torreón los salones de los mismos (zona de día), del que destaca un hueco profundo aterrazado que introduce la panorámica de la colina del Mauror que presiden Torres Bermejas y la Fundación Rodríguez Acosta. Con esta propuesta se interpreta el mundo de las cubiertas de la ciudad como un territorio independiente de la vida urbana, muy sugerente y vinculado esencialmente a las bellas panorámicas de nuestra ciudad.
Un jardín romántico en Granada.
La “casa sola” como se denomina en Granada, una casona unifamiliar, de Santa Escolástica 3, tiene su remoto origen en la desamortización de Mendizabal, cuando se debió derruir lo que quedase del convento dedicado a la santa que ahora da nombre a la calle. Utilizando sus cimientos y sus gruesos muros se levantó, a finales del siglo XIX, una casa que fue, después remodelada y modernizada, en los años veinte y cuarenta de este siglo. En la parte de atrás debió estar el cementerio del concomo prueba el nombre de la calle “Cementerio de Santa Escolástica” y el haberse encontrado restos de huesos humanos cuando en 1941 se arregló el jardín ya existente.
La situación de la casa, adosada a un montículo, da un especial carácter al jardín, que está situado entre la planta baja y el primer piso. En el jardín destaca una gran fuente de mármol de carrara de una pieza, de forma redondeada y adornada por cuatro cabezas de jóvenes. El jardín que naturalmente ha sido modificado con el paso de los años, ha conservado siempre, un aire recoleto y elegante a la vez.
Tenemos constancia de que muchos pintores, lo reflejaron en sus cuadros y entre ellos algunos de los más importantes paisajistas españoles: En una colección privada existe un magnífico cuadro de Santiago Rusiñol, que representa este jardín y que probablemente fue pintado durante la segunda estancia del artista en Granada, entre 1897 y 1898. Curiosamente, hasta hace muy poco tiempo, el jardín estaba catalogado como “jardín de Aranjuez”, al no haberse encontrado documentación sobre él. El padre José Laplana, biógrafo y conocedor extraordinario de la obra de Rusiñol, ha cambiado, recientemente, la denominación del cuadro, que ahora se llama “Jardín de Granada”, en el archivo de la obra del pintor de Sitges, que se guarda en el Monasterio de Montserrat.
La relación de Rusiñol con Granada y sus artistas, está bien fundamentada en su correspondencia y sabemos que Manuel de Falla, aceptó su hospitalidad en Can Ferrat, la casa sitgetana de Santiago Rusiñol, para componer Noches en los jardines de España. También Federico García Lorca, escribe en Impresiones y paisajes, un capítulo titulado “Jardines”, basado en los cuadros del pintor catalán. Al describir lo que llama “jardín romántico”, destaca la glorieta, los bancos, fuentes pequeñas y elegantes y “un verdadero bosque de cipreses”, haciendo casi un retrato del jardín de Santa Escolástica.
A principios de siglo, otro extraordinario artista, Joaquín Sorolla, ya acreditado en todo el mundo, al regreso de América, en otoño, pinta en Granada sus primeros temas de paisaje. En 1917 pasa en granada una temporada, en contacto con los artistas locales y pintando rincones descocidos. Es probable que, a través de Rafael Latorre, un pintor granadino muy acreditado, que ya había pintado El jardín de Santa Escolástica, con una hermosa perspectiva de la escalera de subida a él, Sorolla descubriese el encanto de aquel jardín particular, que pintó en febrero de 1917 y que conservó, siempre, en su estudio de Madrid. Cuando éste se convierte en Museo Sorolla, el cuadro se expone con la errónea denominación de Patio de Córdoba, corregido durante los años setenta.