Tema 1

Persona y sexualidad: sed de piel

1.5. Aspectos de la sexualidad

La realidad personal es una realidad comunicativa y los valores sexuales impregnan todos los poros de nuestra realidad corpórea. La sexualidad constituye la estructura dinámica fundamental de la persona humana y, por tanto, los valores sexuales rezuman en todas las dimensiones que constituyen la unidad de nuestro vivir.

La persona es un sistema. La sexualidad es un sistema. Todas las dimensiones de la persona-sexuada se articulan en torno al intercambio simbólico del ‘encuentro’ placentero, regenerador de la vida en todas sus manifestaciones.

Aunque somos un sistema mineral-vegetal-animal-personal y, por tanto,  todo se da a la vez radicalmente transfigurado por lo personal, para poder decir algo de nuestra propia realidad tenemos que distinguir dimensiones en esa totalidad, que no son sino perspectivas en las que nos situamos para poder conocer algo más.

En este sentido cuando nos acercamos a la persona desde la perspectiva sexual vemos que constituye otro sistema. Recientemente, un grupo de investigación en sexología, intentando describir esta dimensión –desde una perspectiva más biológica- ha hablado de “sistema sexual”. Un término que inmediatamente se subsume en  lo personal: podemos hablar del “sistema sexual personal” o “sistema personal sexual”.

Tenemos en cuenta las dimensiones que normalmente se muestran en el acercamiento al sistema sexual humano con algunos matices propios de nuestra orientación integral desde la educación personal.

Hemos de considerar desde lo más biológico a lo espiritual, sin menoscabo de los psicológico, social y cultural, focalizado todo en la realidad personal-sexuada.

En la cuestión biológica nos interesan todos los aspectos de la sexualidad desde nuestra realidad corpórea. Fundamentalmente la anatomía y fisiología de la sexualidad, vistas desde la dimensión personal en nuestro ser mineral-vegetal-animal, realidad viva y móvil.

La psique es otra de las dimensiones siempre consideradas. La dimensión psicológica de la sexualidad adquiere una fuerza importante en compresión que desplaza la sexualidad de los genitales al cerebro.

La cultura y la sociedad marcan de manera muy profunda nuestras vivencias y manifestaciones sexuales: nuestro acabamiento como personas acontecen en un tiempo-espacio socio-cultural concreto.

Pero a nuestro juicio, la dimensión más radical de la sexualidad es aquella que apunta a su dimensión más profunda: al deseo de realización que no se resigna a nuestra realidad temporal, que va siempre más allá de cualquier horizonte. Es lo que llamamos la dimensión espiritual de la sexualidad: aquí precipita cuanto hemos dicho de la estructura simbólica y comunicativa de la realidad personal humana, que se constituye en la relación con los otros -en el mundo- en un continuo estar-dando-de-sí.

SANZ, F. (1973): Psicoerotismo femenino y masculino. Para unas relaciones placenteras, autónomas y justas. Barcelona: Kairós.

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