Tema 1

Persona y sexualidad: sed de piel

1.6. Cuerpo y deseo

Todas las dimensiones de la sexualidad y su misma estructura deseante radican en la estructura peculiar de la realidad humana.

Podemos decir que persona humana es la que vive y camina con los pies en el suelo y la cabeza en el ‘cielo’ en el desgarrón de una llamada transfigurante, la llamada del deseo, la llamada de la libertad, que se concreta en la palabra que otras personas significan.

Dicho de otra manera: somos cuerpo y nombre, cuerpo y libertad. Celebramos el cumpleaños (cuerpo) y el  día de nuestro nombre.

Nuestro cuerpo es la palabra que nos dice. Sin cuerpo no es pensable nuestra realidad; se desvanece. Pero en la medida en que nos muestra nuestro cuerpo, nos está limitando, atando a un tiempo-espacio concreto y determinado.

Un cuerpo en el que nuestro deseo brota y se escapa por todos su poros llevándonos, siempre, mucho más allá de nuestros logros concretos en aras de la libertad.

Esta experiencia de nuestra temporeidad deseante ha llevado, por desgracia, en la historia occidental a una condena del cuerpo y todo lo corporal: el cuerpo ha sido considerado como la cárcel del alma, el imposibilitador de la vida que él mismo sustenta y posibilita.

En la tradición hebrea el cuerpo es el nombre, es el hombre, es la persona. En las tradiciones orientales –bien consideradas- el cuerpo constituye el instrumento fundamental de la salud de la persona. En este sentido la sexualidad cobra un carácter saludable, de sanación y salvación.

Un hombre no es hombre hasta que no oye su nombre –continúa Machado- de labios de una mujer. El hombre es hambre de oír su nombre. Es lo que hemos descubierto en “el juego de la escucha”.

Deseo y sed de piel (ppt). La hembra es la gran protagonista de la revolución sexual humana, por la posición radical del deseo: nos hacemos en una inmensa sed de piel.

Damos rienda suelta al deseo: jugamos a imaginar.

©Proyecto de Innovación Docente Educación Sexual Integral