Por: Celeste
Jiménez de Madariaga,
Universidad de Huelva.
Los
estudios sobre bienes culturales concretos, más aún si conforman parte
integrante del patrimonio etnológico, se pueden abordar -se suelen
abordar- desde la mera descripción del bien, ceñidos en muchos casos a
relatar sus características fisonómicas, localización e historia.
Alejándose de las habituales simplificaciones, Javier Hernández
Ramírez, profesor de la Universidad de Sevilla y asiduo investigador de
temas patrimoniales, muestra en este libro como deber ser un adecuado
estudio de un bien de carácter etnológico, enfrentándose a la
complejidad de variables que en el bien confluyen, y mostrando la
posibilidad de interrelacionar la descripción etnográfica con el
análisis de datos y el diagnóstico de las circunstancias que se derivan
al concebir el bien como elemento patrimonial.
Todo
ello es factible en tanto que el autor afronta su estudio desde un
planteamiento integral del patrimonio. No solo pone en relación los
aspectos materiales e inmateriales, sino que los vincula al escenario
socioeconómico donde se insertan, tiene en cuenta la influencia del
territorio y el entorno, las situaciones históricas acontecidas y, algo
fundamental desde mi punto de vista, la intervención de los agentes
protagonistas en el proceso de patrimonialización. Es decir, textualiza
y contextualiza este patrimonio, aportando una metodología de trabajo
que nos permite visualizar de manera holística un bien concreto, los
"hornos de cal de Santa Ana la Real (Huelva)", una metodología que
podría ser aplicable a cualquier otro elemento patrimonial. El mismo
autor señala el carácter tridimensional de los objetivos que le sirven
de base a su triangulación metodológica: etnografía, inventario y
valorización. Se trata, pues, de documentar mediante la observación
directa, el registro de información oral, y las fuentes bibliográficas
y documentales; para proteger mediante un doble reconocimiento:
institucional (propuesta de su inclusión en el Catálogo General del
Patrimonio Histórico de Andalucía y su ya incorporación en el PGOU de
la localidad) y ciudadano (la concienciación identitaria de los
santaneros y movimientos vecinales o asociacionistas tales como la
Asociación Cultural Valle de Santa Ana); para, por último, poner en
valor y difundir mediante su recuperación y restauración, y mediante
acciones que den a conocer el bien y que lo reconceptualicen como
recurso en un marco de desarrollo económico sostenible a nivel local
basado fundamentalmente en el turismo cultural.
La contrastada
experiencia del autor en los estudios sobre patrimonio y turismo, se
refleja en la valentía de proponer cuatro hipótesis, todas ellas
interrelacionadas, pero que en su conjunto configuran el compendio de
supuestos teóricos sobre los que se apoya. En primer lugar, la
interrelación entre el bien patrimonial y el entorno, resaltando como
la actividad calera ha caracterizado a la localidad de Santa Ana la
Real, su economía y las relaciones con los pueblos vecinos a los que
abastecía de cal. Una segunda cuestión son las vinculaciones entre la
producción de la cal y la arquitectura vernácula, o sea, poner en
conexión causas y consecuencias: el uso de la cal en la construcción
como el motivo de la existencia y auge la producción calera, al tiempo
que se explican las posteriores razones de su decadencia y extinción.
La tercera hipótesis de trabajo ahonda en la capacidad de revitalizar
las identidades colectivas que los procesos de patrimonialización
tienen; al rescatar de la memoria el oficio calero se le reconoce como
elemento simbólico de Santa Ana la Real. Finalmente, se propone la
hipótesis de los valores añadidos que la cultura calera puede ofrecer a
la localidad al ser instrumentalizada como atractivo turístico.
La
visión teórico-metodológica que de los estudios patrimoniales defiende
el autor, se plasma asimismo en la manera en que estructura los
distintos capítulos del libro, manteniendo esa necesaria coherencia
entre su visión y el desarrollo de los distintos contenidos temáticos.
En los dos primeros capítulos contextualiza a Santa Ana la Real y los
hornos de cal en el territorio y la historia. Una vez contextualizados
desde una perspectiva general, en el siguiente capítulo se dedica a
profundizar en la cal y su ciclo químico, y en los hornos, tratando su
estructura, distinguiendo tipologías y modalidades para detenerse
especialmente en aquellos cuyo sistema de producción se caracteriza por
la "llama larga", siendo éstos los propios de Santa Ana la Real.
Pero,
como decíamos, el patrimonio material e inmaterial constituyen dos
dimensiones indisociables. Es por ello que continúa descubriendo el
oficio de calero como actividad de interés etnológico que implica un
conjunto de saberes y prácticas enraizados y trasmitidos
generacionalmente: la organización del trabajo y las relaciones
sociales que se establecían, la descripción de todo el proceso de la
hornada desde los preparativos previos a la extracción de la piedra, la
carga del horno, la horná propiamente dicha, el apagado y elaboración
de morteros, para terminar con la comercialización, sus usos y
aplicaciones. El autor alimenta sus descripciones apoyándose en fuentes
bibliográficas, en citas textuales de las entrevistas realizadas a los
caleros santaneros, y en la literatura oral con dichos y expresiones.
Con ello se explican, mediante la palabra y el discurso autóctono, no
solo las técnicas y procedimientos, sino el sentido y los significados
que el oficio tenía. "El trabajo de la cal es el trabajo del demonio,
porque mediante el fuego la piedra se hace tierra y luego la tierra se
hace piedra"… con la cita de este dicho popular, se sintetiza tanto la
base de proceso de transformación de la cal como las percepciones
atribuidas a este trabajo, cargado de connotaciones negativas por su
dureza, dificultades y los escasos beneficios que proporcionaba.
Llegados
a este punto, Javier Hernández afronta la valorización del patrimonio
calero al que dedica el capítulo cinco. Los hornos, como bienes
inmuebles, junto con los saberes, técnicas y prácticas que configuran
la esfera inmaterial, forman aún parte de la memoria colectiva a pesar
de su inactividad actual. La presencia de los hornos, pese a hallarse
en muchos casos en extremo estado de deterioro, evidencian su
importancia en un pasado muy próximo. Así pues, el hecho de que todavía
permanezcan formando parte del pasaje santanero y que aún queden
antiguos caleros depositaros de los saberes y técnicas de las hornadas,
refuerza que la memoria colectiva de esta actividad se mantenga y dan
sentido de continuidad histórica. La cal se interpreta entonces como
modeladora del paisaje cultural santanero y serrano, como un elemento
patrimonial que ha contribuido tanto a que la arquitectura tuviese unas
características distintivas, como al enriquecimiento del léxico local
(expresiones y dichos), como a la existencia de utensilios y
herramientas específicas de la actividad calera, entre otras
aportaciones.
No
obstante, el autor se encuentra ante un patrimonio en peligro,
seriamente amenazado tanto en la dimensión material, los inmuebles
(hornos e instalaciones) y muebles (herramientas y utensilios), como la
dimensión inmaterial (conocimientos y técnicas). Considero un verdadero
acierto utilizar el concepto de "amnesia colectiva" para explicar la
situación inicial que autor observa entre los santaneros, y que va
cambiado por el papel que desempeñarán algunos sectores de la población
local organizados en la Asociación Cultural Valle de Santa Ana y por la
sensibilidad mostrada desde el ayuntamiento al proponer en su PGOU la
protección de los hornos y su entorno, de modo que en la planificación
territorial, las parcelas donde se localizan los inmuebles se califican
como "suelo no urbanizable de especial protección". Estas
intervenciones a niveles locales contrastan con la ausencia de
actuaciones por parte de las instituciones autonómicas, tanto en los
planes que la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía ha
aplicado al Parque Natural de la Sierra de Aracena y Picos de Aroche
donde se localiza gran parte del término municipal de Santa Ana la
Real, como tampoco por parte de Consejería de Cultura dilatando la
inclusión de los hornos de cal en el Catálogo General de Patrimonio
Histórico Andaluz.
El
capítulo sexto está dedicado al inventario de hornos de cal existentes
en Santa Ana la Real, presentando una ficha individualizada de cada uno
de ellos hasta un total de 15 hornos. En las fichas se detallan datos
como la denominación, localización, descripción, dimensiones, estado de
conservación, producción, uso actual, etc., a la vez que se acompañan
de una fotografía ilustrativa.
Finalmente,
Javier Hernández Ramírez concluye su trabajo con dos capítulos, en mi
opinión, ciertamente relacionados entre sí: el primero sobre los nuevos
usos y nuevas oportunidades que pueden ofrecer los hornos de cal, y el
segundo promueve la idea de la creación de una "ruta de la cal". Sobre
la conservación, aboga por dos tipos de actuaciones: la restauración de
los hornos como patrimonio material y su posterior mantenimiento, y la
recuperación del patrimonio inmaterial revitalizando la memoria
colectiva del oficio, algo en lo que sería imprescindible la
participación ciudadana y de los antiguos horneros. Consecuente- mente,
la posibilidad de crear una escuela taller que reactivara el trabajo de
elaboración de la cal, podría contribuir asimismo a la preservación del
patrimonio arquitectónico tradicional serrano. La serranía -y más allá
de esta- está salpicada de inmuebles construidos en su momento con este
tipo de cal y que podrían ser adecuadamente restaurados si se volviera
a producir cal.
En
sus propuestas de conservación y valorización tampoco olvida el entorno
social y ecológico donde los hornos se emplazan y el paisaje cultural
del que forman parte. Con el objetivo de la difusión del bien y su
aprovechamiento como recurso, la propuesta de una "ruta de la cal" se
concibe como instrumento pedagógico de acercamiento tanto para
autóctonos como para visitantes. Se trataría de un itinerario circular
en el que el senderista descubre el patrimonio de manera integral, ya
que no se reduce al recorrido de los hornos sino que estos se muestran
insertos en el ecosistema. Así, el autor habla de un "territorio
museo", modelo de un turismo sostenible, y donde el visitante valore la
preservación del medio.
Con
estas
propuestas finales, Javier Hernández Ramírez se nos revela no solo como
un investigador experto en temas de patrimonio que domina las
herramientas teóricas y metodológicas para documentar de manera
efectiva un bien cultural -los hornos de cal, en este caso-, sino que
se nos presenta como un antropólogo comprometido y activamente
implicado en la defensa del patrimonio cultural.
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