En la unidad de nuestra persona acontece el desbordamiento de todas las dimensiones de la sexualidad.
Se trata de un doble encuentro: el encuentro con nosotras mismas como persona y el encuentro con las otras personas. Además, a las otras las descubrimos constituyendo nuestra propia entraña; y nos descubrimos en lo más profundo de nuestra entraña, y de las otras.
Este doble encuentro, siempre personal, en nuestros cuerpos, marcado por el deseo y la libertad, describe nuestra historia y escribe todo cuanto hemos dicho hasta ahora.
En alguna ocasión nos hemos referido a la sexualidad como “respectividad fontal fruitiva”. Es decir, nos constituimos en el gozo creativo del encuentro con las personas y en nuestra propia realidad personal.
La persona es una realidad comunicativa y simbólica que se constituye en el continuo estar-dando-de-sí del encuentro sexual en la pluralidad de relaciones que dinamizan nuestra vida. Somos el mineral-vegetal-animal-personal que camina con los pies en la tierra y la cabeza en el cielo, en el desgarrón de la llamada de otras personas.
Desde una posición más académica podríamos decir que la perspectiva que caracteriza el acercamiento de la Sexología a la realidad personal humana es el placer, entendido en el más amplio y profundo sentido.
Podemos disfrutar el primer capítulo de un libro sobre fantasías sexuales. "Lean y dispónganse a gozar. Su salud sexual se lo agradecerá" (Presentación de Carme Freixa).
Nos quedamos en la imaginación: BURGOS, G. (2004): Proyecto tabú. Todas nuestras fantasías sexuales al descubierto. Barcelona: Viena Edicions.
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