@misc{10481/55473, year = {2019}, url = {http://hdl.handle.net/10481/55473}, abstract = {A pesar del extraordinario incremento de la desigualdad económica en los últimos años y de sus efectos perniciosos a nivel político, económico, social e individual, los niveles de aceptación y justificación de la desigualdad siguen siendo ampliamente generalizados entre las personas (Jost, Becker, et al., 2017; Osborne et al., 2018). Esto quiere decir que la desigualdad económica objetiva—entendida como la distribución inequitativa de recursos económicos entre personas o grupos—no tiene una influencia directa sobre cómo las personas reaccionan ante este fenómeno, sino que depende más bien de cómo se perciba subjetivamente tal desigualdad (Evans & Kelley, 2018; Gimpelson & Treisman, 2017; Hauser & Norton, 2017).La percepción de la desigualdad económica no refleja la realidad objetiva, ni tampoco consiste en una mera estimación de la distribución de recursos económicos; sino más bien, es el resultado de la interacción entre varios factores sociales (e.g. cultura, historia, política, etc.) e individuales (e.g. motivaciones, creencias, sesgos, etc.). Estos factores no sólo determinan qué tanta desigualdad se percibe, sino también cómo se percibe y en qué medida es considera justa y apropiada. Sin embargo, hay algunas paradojas asociadas a la percepción de la desigualdad económica que contribuyen a su legitimación. De hecho, bajo ciertas circunstancias, la percepción de la desigualdad económica hace parte de un círculo vicioso donde: percibir más desigualdad se relaciona con un mayor grado de aceptación; esta aceptación se asocia con un menor apoyo a medidas que buscan reducir tal desigualdad; y en consecuencia, se justifica la desigualdad económica y se obstaculizan las posibilidades de cambio.}, abstract = {Despite the extraordinary increase of economic inequality over the last years, and its pernicious effects at the political, economic, social and individual level, its acceptance and justification are widespread (Jost, Becker, Osborne, & Badaan, 2017; Osborne, Jost, Becker, Badaan, & Sibley, 2018). This indicates that objective economic inequality— understood as the unequal distribution of economic resources among individuals or groups—does not influence directly how individuals react to inequality, but it rather depends on how such inequality is subjectively perceived (Evans & Kelley, 2018; Gimpelson & Treisman, 2017; Hauser & Norton, 2017). The perception of economic inequality does not mirror the objective reality, but rather it is the subjective estimation of the distribution of economic resources in accordance to several social psychological factors. These factors not only determine how much inequality is perceived, but also how it is perceived and to what extent it is considered fair and proper. However, there are some paradoxes associated to perception of economic inequality that facilitate its legitimization. In fact, under certain circumstances, perceived economic inequality can feed a vicious cycle in which perceived greater economic inequality lead to higher acceptance of inequality, such acceptance leads to lower support for redistribution, and this in turn, generates higher justification of economic inequality and more resistance to social change.}, organization = {Tesis Univ. Granada.}, organization = {PSI2016–78839-P Ministerio de Economía y Competitividad}, organization = {PSI2013-45678-P Ministerio de Economía y Competitividad}, publisher = {Universidad de Granada}, keywords = {Desigualdad Económica}, keywords = {Psicología}, title = {El Círculo Vicioso de la Desigualdad Económica: El rol de las percepciones e ideologías de la desigualdad}, author = {García-Sánchez, Efraín}, }