@misc{10481/105792, year = {2025}, url = {https://hdl.handle.net/10481/105792}, abstract = {En los procesos de convivencia e interacción social surgen numerosas y complejas relaciones, estructuras, redes y marcos contextuales, no exentos de polémicas, conflictos, violencias, dificultades, problemas, riesgos y exclusiones (Añaños, 2012a). Sin embargo, en paralelo, existen perspectivas y mecanismos socioeducativos orientados hacia la construcción de una convivencia social armónica mediante procesos formativos o de otra índole como las acciones artísticas. Estos mecanismos buscan la justicia social, la gestión, la resolución y la transformación de la violencia y los conflictos, así como el fomento de factores de protección para las personas, especialmente aquellas en situación de vulnerabilidad (Martinez, 2022; Mayo, 2017). En definitiva, son perspectivas que favorecen el desarrollo integral de los grupos o poblaciones desde una Cultura de Paz y el reconocimiento de prácticas de convivencia en los territorios, basadas en el respeto a los derechos humanos y la dignidad. Una Cultura de Paz vista desde la educación, acción social y la investigación, se construye permanentemente y está inacabada. Así mismo, es cotidiana y está orientada hacia la responsabilidad de todas las personas. Es una paz que insta a trascender los muros de las universidades, que se disemina, se predica y ocupa progresivamente un mayor espacio personal, público y político; en suma, se trata de una “paz imperfecta” (Arenas, 2018; Muñoz, 2001). Su importancia la convierte en una cuestión de prioridad educativa y social, además de otras dimensiones intervinientes (históricas, políticas, económicas, etcétera) que deben ser analizadas (Sánchez et al., 2019). Asimismo, se deben entender los diversos contextos y necesidades de grupos y comunidades, ya que es necesario desarrollar planteamientos críticos y enfoques metodológicos, establecer compromisos y desarrollar intervenciones adecuadas y coherentes con la enorme diversidad existente (Añaños et al., 2020). En el contexto global actual, la migración es un fenómeno que implica grandes desafíos para la sociedad, pero sobre todo para las personas que migran, ya sea de forma forzosa o por la búsqueda de nuevas oportunidades de vida. Los procesos de afrontamiento, acogida y concepción de las personas migradas varían en función de los contextos, las políticas, las economías y las concepciones, entre otros factores (Burgos y Amaya, 2023; Portes, 2009). Por otro lado, la perspectiva educativa y socioeducativa desde la que se parte sitúa al ser humano y su integralidad en el centro de sus procesos de desarrollo personal y social, caracterizados por un constante dinamismo y múltiples interacciones, en los cuales intervienen numerosos factores de riesgo y protección (Echavarría, 2020). Desde la Pedagogía y la Educación Social, conocer a las personas, sus voces y sus entornos es un principio fundamental a partir del cual se plantea cualquier acción o intervención. Este enfoque pone a la persona y sus múltiples realidades en el centro de su propio conocimiento y análisis, siendo protagonista de su cambio, con sus tiempos, procesos, objetivos, etapas, niveles, formas, etcétera, en busca de mejores condiciones de bienestar (Añaños, 2012b; Úcar, 2018). En este marco, el arte tiene la facultad de traspasar las barreras lingüísticas y culturales, además de generar emociones y reflexiones, gracias a su lenguaje universal que permite compartir experiencias, identidades y visiones de manera significativa.}, publisher = {Proyecto ÑAQUE S. L}, keywords = {arte}, keywords = {cultura de paz}, keywords = {transformación social}, keywords = {migración}, title = {Arte, cultura de paz y educación. Aproximación a metodologías para la transformación}, author = {Añaños Bedriñana, Fanny Tania and Corpodean, Alina Daiana and Gutiérrez Santiuste, Elba and Burgos Jiménez, Rubén J.}, }