Evaluando: indicadores de excelencia
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URI: http://hdl.handle.net/10481/37648Metadatos
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EC3: Evaluación de la Ciencia y de la Comunicación Científica
Materia
Investigación Docencia Transferencia de conocimiento Evaluación Excelencia Indicadores bibliométricos Universidades Research Teaching Higher education Universities Perfomance Excellence Bibliometrics
Fecha
2015-06Referencia bibliográfica
Delgado López-Cózar, E. Evaluando: indicadores de excelencia. En: VI Jornadas de Postgrado: ¿Cómo se mide la excelencia?. Universidad Internacional Menéndez Pelayo (Santander), 22-24 de junio de 2015. [http://hdl.handle.net/10481/37648]
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Universidad Internacional Menéndez y PelayoResumen
Conferencia impartida dentro del seminario organizado por la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo sobre ¿Cómo medir la excelencia? Tras demostrar con un experimento alusivo al mundo futbolístico que la excelencia como la excrecencia son fáciles de percibir y medir, pues existe un consenso implícito que permite a cualquier científico competente distinguir los trabajos, las instituciones y los científicos buenos de los malos y clasificar a unos como mejores que otros, se sugiere que el principal indicador es medir la mediocridad, que es donde habitamos la mayoría de los científicos. Tras indicar la necesidad de medir de forma separada las tres misiones de la universidad (enseñar, investigar, transferir), y tras recalcar la necesidad de medir los distintos territorios de la ciencia internamente nos centramos en los indicadores empleados para medir la excelencia en la investigación. Los métodos que se han venido usando para valorar la excelencia son bien de naturaleza cualitativa (revisión por pares, opinión de expertos) cuantitativa (bibliométricos: producción científica e impacto a partir del recuento de citas). Hoy la excelencia investigadora se puede aplicar a cualquier agregado (individuo, documento o institución). Dentro de la investigación, y más en concreto, para medir la capacidad de conocimiento a través de las publicaciones se emplean dos indicadores realmente selectivos: el grado de contribución y el liderazgo asumido en la publicación.
Se concluye criticando la moda imperante de restringir la medida del rendimiento de la universidad a su dimensión investigadora e indicando que debiera aspirarse a medir cómo de bien la universidad educa, investiga o mejora su entorno y con qué medios cuenta para ello, con indicadores diferenciados y renunciando expresamente a índices compuestos o sintéticos que integren las tres misiones universitarias.
Y para finalizar se plantea un inquietante interrogante: ¿Tanta medida no puede tener efectos demoledores y obsesivos para los que miden y son medidos?