El arte Ndebele y Esther Mahlangu (Sudáfrica): Desarrollo, consagración, trivialización y proyecciones

Abstract

África acoge una gran variedad de culturas, caracterizadas cada una de ellas por un idioma propio, unas tradiciones y unas formas artísticas específicas. Debido a esta situación particular, el arte desarrollado por estas comunidades aisladas, a lo largo y ancho del continente africano, ofrece una enorme variedad en cuanto a manifestaciones estéticas se refiere, aspecto que se aprecia en su relación cercana con diversas prácticas y actividades sociales. Y del juego reflexivo entre la imaginación y el entendimiento, aparece el arte mural Ndebele el cual a través de patrones abstractos llenos de color y brillo, humaniza los ritmos y valores naturales, dando cuenta de un contexto social y político determinado, signado por la violencia y la discriminación racial. Este arte fue practicado exclusivamente por los Ndebele del Sur, grupo étnico que actualmente habita en Sudáfrica y quienes a lo largo del siglo XX despertaron el interés de antropólogos, arquitectos, fotógrafos y turistas, debido al vistoso colorido del vestuario de las mujeres de la comunidad, pero sobre todo por las pinturas murales que decoraban las fachadas de las viviendas, un hecho que permitió que este grupo sobresaliera de los demás pueblos vecinos, gracias a la originalidad de sus murales y concibiendo un concepto de identidad propio. Creados a partir de coloridos patrones geométricos y de rigurosa simetría, estos murales se convirtieron en una tradición cultural instaurada y practicada por las mujeres a través de la cual el pueblo Ndebele logró desarrollar un sentido de pertenencia y uniformidad, pese a los desplazamientos a los cuales fueron sometidos a través de la historia. Asimismo el mundo del arte occidental mostraría un interés por esta producción, para aceptarla y reconocerla bajo el rótulo de Arte Ndebele, principalmente a través de la obra de Esther Mahlangu, precursora y principal exponente de dicho arte, quien a sus 81 años, continua su labor como embajadora de una tradición que ya no existe y de un arte que probablemente esté próximo a desaparecer. Esta es la historia de un singular arte mural, de brillante colorido y de Esther Mahlangu, la última mujer Ndebele.