ISSN: 1139-8736
Depósito Legal: B-35783-2001

1.2.1 Lengua general y lenguajes de especialidad: Palabras y términos

Como señala Pérez Hernández (2000: 124) la dicotomía planteada entre lengua general y lenguaje de especialidad por un lado y entre términos y palabras por otro, parece lógica si volvemos a lo que Cabré denomina planteamientos wüsterianos (Cabré 1999b: 111), es decir, los fundamentos de la teoría terminológica tradicional (§1.3.2.1.). Como veremos, en el seno de esta teoría los términos se consideran como unidades específicas de un ámbito de especialidad y su uso queda circunscrito a ese ámbito; por tanto sólo es de interés para la terminología la comunicación entre especialistas. Algunas de las críticas hechas a esta teoría terminológica tradicional, recogidas en Cabré (1999b: 115) destacan la irrealidad de dichos planteamientos. El conocimiento especializado no puede guardarse en compartimentos estancos, cada uno con su terminología propia ya que el saber es un continuo y su segmentación en materias es puramente metodológica que en ningún momento responde a una segmentación en el conocimiento. La demarcación de diferencias especiales que definen los lenguajes de especialidad frente a la lengua general es una cuestión todavía hoy bastante polémica y difusa (Cabré 1993: 132).

En este sentido, se puede afirmar que, por lo general, los términos pertenecen típicamente a planos de especificidad superordinados y subordinados al nivel básico de categorización (Rosch 1978), según se refleja en la Tabla 1.1. La noción de concepto superordinado y subordinado, con respecto al nivel básico de categorización que caracteriza a los términos especializados, es consustancial a su misma naturaleza:

Vocabulario Especializado: términos

Nivel superordinado de categorización

glándula, corpúsculo, enzima, sistema endocrino

Vocabulario básico

Nivel básico de categorización

mano, cabeza, corazón, piel, sangre

Vocabulario Especializado: términos

Nivel subordinado de categorización

leucocito, alvéolo, anticuerpo, falange

Tabla 1.1: Niveles de categorización de términos pertenecientes al cuerpo humano

Se trata por tanto de un gradiente, de un continuo de especificidad que no permite establecer líneas divisorias claras por encima o por debajo del nivel básico de categorización. Hay unidades léxicas como timo, gen, miembro o adrenalina que no pueden ser claramente desterradas del nivel básico de categorización, pero son al mismo tiempo términos específicos propios de los lenguajes especializados (Márquez Linares y García de Quesada 2000).

El estudio exhaustivo de la distinción entre vocabulario básico y términos especializados es una cuestión que excede con mucho los límites y los fines de este trabajo. Sin embargo, hemos considerado necesario hacer referencia a su distinción desde el punto de vista de la categorización no para incidir en las diferencias que los separan, sino precisamente para afirmar que ambos forman parte de una misma realidad lingüística, aun cuando pertenezcan a distintos niveles de la lengua. Por consiguiente, métodos y herramientas que han resultado útiles para el estudio del vocabulario básico pueden también rendir frutos en la terminografía, si se adaptan adecuadamente a las necesidades y características propias de ésta.

El significado de un término, de modo paralelo al significado de una unidad léxica del vocabulario básico, presenta al menos una triple naturaleza. En primer lugar, el significado de un término tiene una naturaleza referencial, que alude a la serie de entes - la categoría de entes- extralingüísticos que designa el término. En segundo lugar, el significado de cualquier término participa de una naturaleza opositiva, lo que en semántica léxica y lexicografía se ha dado en denominar sentido (Jackson 1988). La naturaleza opositiva del significado hace referencia a los límites significativos del término con relación al resto de términos de su serie léxica. En este sentido, hay que recordar que, etimológicamente, definir no significa otra cosa que delimitar. El tercer componente necesario del significado es su naturaleza contextual. Los términos no son simplemente entes mentales aislados que designan entidades extralingüísticas y se organizan opositivamente en grupos de términos relacionados a partir de su significado. Los términos son al mismo tiempo unidades lingüísticas que participan en la cadena de habla, principalmente en su forma escrita, de un determinado modo. Las restricciones y preferencias del término en el eje sintagmático son también parte de su significado y deben ser analizadas si queremos hacernos una idea completa de la información necesaria para comprender y poder utilizar un término cualquiera.

A pesar de esta naturaleza polémica que impide trazar una línea divisoria clara entre lenguajes de especialidad y lengua general, sin lugar a dudas la lengua está constituida por un conjunto diverso de subcódigos que los hablantes usan, seleccionándolos a tenor de las necesidades expresivas y de las caraterísticas particulares del contexto comunicativo en que se encuentran. Tanto en el marco de una conversación cotidiana, como en una sesión clínica, por citar dos ejemplos prototípicos de un discurso general y otro especializado, respectivamente, se selecciona cada uno de los elementos que integran el proceso de comunicación: desde la terminología y el registro hasta la forma de gesticular o la entonación. Si bien es difícil la tipificación, la definición de un tipo de lenguaje u otro, lo que es cierto es que los participantes saben de qué elementos hacer uso para comunicarse de forma exitosa.

Antes de intentar delimitar lo que los hablantes utilizan de forma intuitiva, queremos hacer una pequeña matización respecto a la denominación de "lenguajes de especialidad". Según Cabré (1993: 132), la bibliografía sobre el tema utiliza distintos términos para designar el concepto de lenguajes de especialidad, cuyos significados a veces se superponen: lenguajes de especialidad, lenguajes especializados y lenguajes con propósitos específicos.

El desacuerdo surge de los aspectos comunes entre la lengua general y este lenguaje. La divergencia de opiniones se polariza en dos sentidos: i) tratar estos subconjuntos como lenguas de especialidad, es decir, como lenguas en sí mismas; ii) tratarlos como lenguas cuya única especificidad es el léxico. Para evitar malentendidos que puedan generar estas denominaciones, han aparecido otras alternativas como por ejemplo la propuesta por Realiter (Red Panlatina de Terminología) que se inclina por tecnolecto (Irazazábal 1996: 1). Nosotros seguiremos una tercera tendencia y utilizaremos la denominación lenguaje de especialidad entendido como un subconjunto, definido por factores pragmáticos, de la lengua global que abarcaría tanto a la lengua general como a todos los posibles sublenguajes.

Para llegar a esta conclusión, hemos partido de la definición de Sager de lengua general como "the language used for every day non-specialist communication among a speech community" (Sager 1993: 324) caracterizada por presentar una variación formal máxima que sólo se ve limitada por "the boundaries of mutual comprehensibility among speakers" (ibid: 333). Por el contrario, el discurso especializado, materializado en el lenguaje especializado, está determinado por los principios de limitación, restricción, selección y simplificación (Sinclair 1996: 103). Teniendo en cuenta estos aspectos, para llegar a una definición de lenguaje de especialidad podríamos basarnos bien en sus diferencias respecto de la lengua general, en las funciones o usos que desempeña, o, finalmente, en las restricciones a las que está sujeto. No obstante, dejando a un lado los matices de las diferentes corrientes teóricas y resaltando los puntos coincidentes, se puede llegar a la siguiente definición de lenguaje especializado:

se trata de conjuntos "especializados", ya sea por la temática, la experiencia, el ámbito de uso o los usuarios; b) se presentan como un conjunto con características interrelacionadas, no como fenómenos aislados; c) mantienen la función comunicativa como predominante, por encima de otras funciones complementarias (Cabré 1993: 135).

En primer lugar, el lenguaje especializado está caracterizado pragmáticamente por las variables temática, usuario y situación de comunicación, que implican a su vez una serie de peculiaridades lingüísticas y textuales. Frente a la lengua general, los lenguajes especializados se desarrollan en función de una temática determinada y son especiales en cuanto al contenido de su discurso, ya que transmiten un conocimiento específico (Sager 1993: 40). En este mismo sentido apunta Harris al afirmar que

sublanguage deals with an organized, if not closed, part of the real world, whereas the whole language imposes only the broadest structuring upon our perception of the world (...) special grammar is not merely a linguistic exercise, but a classification of the relevant terms and relations of the given subject matter and a representation of its main fact-structures (Harris 1982: 235, énfasis añadido).

Para muchos es esta idea la que justificaría el establecimiento de una diferencia entre los términos que tienen una referencia concreta con respecto a una disciplina determinada y las palabras que tienen, por el contrario, una referencia general con respecto a una gran variedad de disciplinas (Sager 1993: 43, 44). En nuestra opinión, la única diferencia entre estos dos conceptos está en función del contexto en el que se actualice una unidad léxica determinada.

En cuanto a los usuarios y la función, los lenguajes especializados son sistemas semióticos complejos (Sager et al. 1980) por lo que el hablante habrá de contar con una formación especial para poder utilizarlo en la conceptualización, clasificación y comunicación dentro de un dominio determinado. Desde este punto de vista, el lenguaje de especialidad será un subconjunto de la lengua global usado por profesionales. Puede utilizar varios códigos al mismo tiempo y tiene fines comunicativos dentro de un ámbito específico del conocimiento. Exigencias tales como un mayor grado de exactitud en la expresión implican por necesidad una selección a nivel gramatical, semántico y también sintáctico que no sólo estará en función de las exigencias de precisión sino también en función de la ya mencionada situación comunicativa (Tarantino 1991:49). Todo ello dará lugar a una variación en el seno mismo de estos lenguajes.

En cuanto a las características comunes que presentan pueden aglutinarse en torno a su tendencia restrictiva que es la que los sitúa como tipos mixtos a medio camino entre los lenguajes artificiales y las lenguas naturales (Cabré 1993: 132). Es restrictiva en cuanto a los siguientes aspectos:

  1. su adquisición, que debe hacerse de forma consciente;
  2. su flexibilidad, que se ve constreñida por la incorporación de lenguajes artificiales que hacen referencia a conceptos y funciones únicos del dominio;
  3. su manifestación suele ser el medio escrito y por lo tanto más controlado;
  4. las funciones, que suelen estar reducidas a lo estrictamente descriptivo, clasificativo y 1comunicativo y
  5. la intención informativa o incluso directiva.

Podemos concluir afirmando que si bien los lenguajes especializados adoptan ciertas propiedades de los lenguajes artificiales, también poseen rasgos pertenecientes a la lengua general. Por tanto, la línea divisoria entre la lengua general y la especializada habrá que buscarla en función de criterios pragmáticos derivados del uso, así como en función de los niveles de categorización existentes en la mente del hablante. De este modo, las construcciones lingüísticas de todo lenguaje especializado pertenecen a la lengua en conjunto, ya que las unidades léxicas (tanto palabras como términos) son parte del mismo, y han de satisfacer las reglas gramaticales generales (Harris 1982: 236).

Nuestro trabajo se centra en el subdominio biomédico, específicamente en el ámbito de la oncología clínica. Por consiguiente, los conocimientos tratados son ajenos al público general que requieren un aprendizaje tanto del sistema conceptual como de la terminología que los designa. En cuanto a los usuarios y la función no es necesario enfatizar que el lenguaje de este subdominio es utilizado por los especialistas con el objetivo de conseguir una comunicación eficaz y que en función de las circunstancias en que se desarrolle este acto de comunicación habrá que adoptar unas variantes u otras. Finalmente, en cuanto a los aspectos restrictivos que lo asemejan a los lenguajes artificiales, en el caso de la oncología clínica se cumplen todos ellos y además se hace uso de diversas nomenclaturas y clasificaciones propias del dominio biomédico2.

Tal y como mencionamos con anterioridad, los lenguajes especializados pueden variar dependiendo de determinados factores pragmáticos y sociolingüísticos; es decir, dependiendo de factores de uso que son los que los definen. Para la descripción de esta variación, Cabré (1997a: 1) propone utilizar un eje horizontal y otro vertical

La variación horizontal se refiere a la temática y la perspectiva. Dado que la temática especializada es una característica definitoria de estos lenguajes, en función de ésta se puede establecer una primera clasificación de los mismos. Pero además de la temática habrá que tener en cuenta la perspectiva desde la que se aborda el mensaje (Cabré 1998: 4), ya que el conocimiento científico puede ser tratado de forma trivial, sin atenerse a las estructuras conceptuales del dominio, y por tanto como conocimiento general:

Exploring the lexicon in a systematic and methodical way we can discover how "ordinary people" (in contrast to experts and scientists) conceptualize the world; and we can learn to discern the line which separates language-related everyday knowledge from the specialist’s knowledge, which is -or should be- largely language-independent (Wierzbicka 1996: 350).

Este último aspecto está directamente relacionado con la variación vertical que incluye la intención y el nivel de especialización, que fundamentalmente vienen determinados por el emisor. Éste será un especialista que está motivado a transmitir un mensaje lingüístico sobre un asunto determinado y que espera que el receptor lo reciba (Sager 1990: 99) en una situación determinada, es decir, marcada. Si partimos de la base de que el emisor quiere de alguna manera modificar el conocimiento del receptor, habrá de tener en cuenta en primer lugar las características de éste. Una vez identificada la audiencia, la intención habrá de manifestarse en el mensaje de forma que los receptores puedan acceder al contenido.

En este sentido, es imprescindible distinguir entre el discurso especializado (con distintos grados de especialización) dirigido a los especialistas, el discurso didáctico destinado al personal en formación y el discurso divulgativo enfocado hacia el público general. Estos distintos niveles de competencia en las producciones lingüísticas se reflejarán en el mayor o menor uso de terminologías específicas (Condamines 1994: 32). Así la comunicación especializada requiere que la terminología se adapte a cada tipo discursivo que viene determinado por la cantidad de información compartida entre emisor y receptor y la finalidad del texto. Dependiendo de estos dos factores, la presencia, importancia y forma de la terminología serán diferentes (Cabré 1998: 19). Finalmente, hay que añadir que a mayor grado de abstracción y hermetismo discursivo le corresponderá un mayor número de rasgos pertenecientes a los lenguajes artificiales (Sager 1993: 48), ya que la necesidad de precisión será mayor.

Pasamos a continuación a ejemplificar todos estos aspectos mencionados dentro de un contexto, ya que éste es el factor primordial para llegar a una descripción. El producto que puede surgir de la utilización de estos lenguajes puede ser de carácter escrito, oral, audiovisual, etc. Aquí nos centraremos en el medio escrito porque los textos especializados son el vehículo más importante de comunicación en los ámbitos especializados (Galinski y Picht 1997: 42) además de facilitarnos la tarea de la ejemplificación. Hasta aquí hemos venido haciendo referencia fundamentalmente al mensaje concebido como la totalidad de intención, expectación, conocimiento y lengua seleccionados por el emisor (Sager 1990: 100).

Según Cabré (1993: 152-6), se pueden establecer una serie de puntos de reflexión desde la perspectiva de los aspectos lingüísticos, funcionales y pragmáticos que nos permitan profundizar en el análisis del texto especializado. Así, desde el punto de vista de los aspectos lingüísticos, se observa una selección léxica de las siguientes características: i) léxico común a textos generales y especializados; ii) léxico fronterizo entre la lengua común y la especializada; y iii) léxico claramente específico del texto especializado. Se trata de nuevo de los distintos niveles de categorización que presentábamos en la Tabla 1.1:

(1)
i) ensayo; enfermedad; treatment; bleeding
ii) fármacos; postoperatorio; cellular classification; therapy
iii)quimioterapia neoadyuvante; queratinizante; adrenocortical carcinoma; lymphocytic leukemia

Otro aspecto a tener presente son las frecuencias estructurales que aparecen: a) estructuras morfológicas compuestas por formantes cultos; b) sinapsis o unidades sintagmáticas; c) siglas y símbolos especializados; d) nominalizaciones a partir de verbos; y e) frases muy cortas y poca subordinación compleja:

(2)
a) hipercalcemia; paratiroidea; chemotherapy; extranodal
b) ganglios linfáticos regionales; adenomatosis endocrina múltiple; AIDS-related primary CNS lymphoma; aggressive non-Hodgkin's lymphoma;
c) T (tumores primarios); N (ganglios linfáticos regionales); PCNSL (primary central nervous system lymphoma); HIV (human immunodeficiency virus);
d) irradiación; disección; detection; diagnosis
e) Tumores menores de la glándula salival ocurren en estos sitios pero no son comunes.; It is the most common cancer in some other parts of the world.

Además existen determinadas unidades y estructuras propias del sistema lingüístico general que no se hallan presentes en los textos especializados, como afijos coloquiales, oraciones exclamativas, etc. Sin embargo, se puede observar el uso de códigos alternativos, de sistemas semióticos que complementan los lingüísticos:

(3)
CD4 lymphocytes
; T1, T2, T3, and selected T4; N0; M0 treatment options

Hay tres etapas de ganglios clínicamente positivos: N1, N2 y N3.

En lo que se refiere a los aspectos funcionales, el objetivo de informar e intercambiar datos sobre un tema especializado se consigue a través de fórmulas textuales como la descripción, la definición, la clasificación, la enumeración, el cálculo, el razonamiento, la argumentación, la citación, la referencia, etc. Todos estos elementos conllevan una tendencia hacia la despersonalización reflejada en verbos en presente, primeras personas del plural, ausencia de exclamaciones, uso de frases cortas, falta de redundancia innecesaria, utilización de fórmulas impersonales, sintagmas nominales, y otros sistemas de representación incorporados en el texto:

(4)
When reresection is not possible, treatment options for patients with recurrent hepatocellular cancer may include the use of transarterial oily chemoembolization (TOCE), percutaneous ethanol injection therapy (PEIT), chemotherapy, or liver transplantation [2].

En la mayoría de las revisiones retrospectivas disponibles, los casos T1 N0 sólo representan del 1% al 2% de todos los pacientes vistos.

Finalmente, en cuanto a los aspectos pragmáticos de este tipo de texto, factor determinante en la diferenciación, mencionamos de nuevo su temática especializada y el distinto tratamiento que se le dará dependiendo del receptor al que vaya dirigido. Este punto es el más interesante en la descripción del discurso especializado y nos lleva de nuevo a la polémica relación que se da entre palabra y término:

Las características comunes que los lenguajes de especialidad comparten con la lengua general y el constante transvase de unidades de una a otras (...) son la causa fundamental de la dificultad que existe para separar las palabras (como unidades léxicas de la lengua general) de los términos (unidades de los lenguajes de especialidad) (Pérez Hernández 2000: 128).

Sin embargo, evidentemente no todo elemento léxico que aparezca en un texto especializado deba incluirse como término en OntoTerm®, la aplicación utilizada en este trabajo. Es evidente, por ejemplo, la especificidad del término quimioterapia frente a la falta de especificidad de la palabra tratamiento, sin embargo, no podemos olvidar que los términos son unidades cognitivas que, si bien especiales, no se pueden estudiar al margen de las lenguas naturales y han de ser encuadrados en una situación comunicativa y no al margen de la misma (Cabré 1999b: 14). Según Subirats (2001: 76): "la imposibilidad de delimitar el significado de las palabras descontextualizadas no es más que una consecuencia del hecho de que es en un contexto donde los elementos léxicos adquieren un significado específico".

Así, podemos decir que los documentos especializados, son fuentes de la terminología viva, en contraste con glosarios, vocabularios, diccionarios, en los que ya se encuentra la terminología fruto de un proceso de elaboración (Irazazábal 1996; Faber 1999). Según Dubuc y Lauriston (1997: 80) las entradas terminológicas son la imagen del término in vitro y como terminólogos debemos focalizar en la primera, en la terminología in vivo3. Una consecuencia evidente de esta discusión será el cuestionar la dicotomía tradicional establecida entre la lexicología y la terminología según la cual se trataría de disciplinas distintas. Para nosotros tal dicotomía no existe y por esta razón se utilizará la denominación unidad léxica ya que nos permite evitar las connotaciones asociadas a palabra y término.


NOTAS

1 Según Sinclair (1996: 102) los componentes emotivos y sociales se restringen o neutralizan pero esta afirmación habría que ponerla en duda en el caso de lenguajes tales como el del mundo de la economía (Fuertes Olivera 1998).

2 En el ámbito biomédico, en particular, durante los últimos ciento treinta años se ha intentado agrupar toda la información médica en distintos tipos de clasificaciones, nomenclaturas y sistemas de codificación (véase Capítulo 4).

3 En este sentido, postulamos que el concepto de "entrada” es obsoleto ya que reflejaría la concepción in vitro de la terminología y proponemos un modelo de definición más dinámico, basado en relaciones conceptuales que el usuario puede convocar creando una "entrada” a su medida (véase Capítulo 5).

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